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Respuesta:Había una vez, en un pantano muy húmedo, una rana que tenía la capacidad de hacer llover con sus cantos. Siempre estaba saltando y riendo por todos lados, pero lo que más le gustaba hacer era cantar. Cuando veían que Rimoldo, la rana, se acomodaba en la roca, todos los animales del lugar huían a buscar un refugio para protegerse de la lluvia que se aproximaría. Rimoldo estaba feliz por su cantar y no le importaba que se mojara.
Pero siempre había una lagartija malhumorada que le contestaba «no lastiman pero molestan. » Él nunca oía las ofensas, porque se concentraba en cada tono de su canción, lo que hacía llover con más fuerzas. «No quisimos llegar a esto, pero tenemos que decirte que te vayas de aquí. » Rimoldo se puso tan triste que comenzó a llorar y dando brincos se fue del lugar.
Pero la alegría no les duro por mucho tiempo, ya que el sol comenzó a presentarse más seguido y las sequías comenzaban a atacar. Los charcos desaparecían al secarse, los pisos empezaban a quebrarse por la falta de humedad y las plantas no crecían más por falta de agua. Todos los habitantes del pantano se preguntaban si el camaleón tendría éxito en su búsqueda y sobre todo en convencer a Rimoldo que regresara a su antiguo hogar. Rimoldo se puso tan contento con aquella sorpresa que comenzó a cantar nuevamente y la lluvia retornó al lugar.
«Rimoldo, perdónanos por lo que te dijimos, fuimos unos tontos», dijo la rata que volvía a representar al grupo. La rana los miró y con una gran sonrisa los invitó a que siguieran cantando junto a él, bajo la lluvia que no ha de doler.
ESPERO QUE TE SIRVA!!