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Nuño Beltrán de Guzmán
(Guadalajara, 1490 - Torrejón de Velasco, c. 1550) Conquistador español. Gobernador de Pánuco y primer presidente de la Audiencia de Nueva España (1528-1530), dio un trato inhumano a los indígenas, lo que le atrajo la enemistad del prelado Zumárraga y de Cortés. Sometió a juicios de residencia a Hernán Cortes y a Alvarado, y emprendió la conquista de Nueva Galicia, de la que fue nombrado gobernador. Fundó las ciudades de Culiacán, Espíritu Santo (actual Compostela) y Guadalajara.
Nuño de Guzmán
Miembro de una ilustre familia castellana, la figura del tristemente célebre Nuño de Guzmán ha quedado asociada a las peores atrocidades cometidas por los españoles en la empresa de conquista que siguió al descubrimiento de América. Llegado a Nueva España como gobernador de Pánuco, cargo para el que había sido nombrado en 1525, se dedicó a la trata de esclavos y logró vender diez mil indígenas, según los relatos del prelado fray Juan de Zumárraga.
Rival de Hernán Cortés, consiguió permisos de la Audiencia para explorar y conquistar las regiones aún no colonizadas por el conquistador de México. Con gran número de esclavos, tropa y cañones, el 21 de diciembre de 1529 emprendió una expedición para conquistar los reinos de la región occidental de Nueva España, proponiéndose llegar por la costa hasta el paralelo 40 y de allí bajar a su gobernación panuqueña, y aumentar los dominios de su rey y señor con el inmenso territorio sometido, desde los actuales estados de Jalisco, Nayarit y Sinaloa hasta las Huastecas.
Nuño de Guzmán asoló toda la Nueva España aún no colonizada por Cortés; fundó villas efímeras y destruyó cuantas poblaciones indígenas encontró a su paso, vengando ferozmente su falta de éxito como descubridor de tesoros y riquezas. Aparte de sus excesos a costa de los naturales y de sus propios seguidores, dejó a su paso fundaciones como San Miguel de Culiacán, Compostela, Santiago de los Valles y la primera Guadalajara.
A pesar de su crueldad, la Corona lo confirmó como gobernador de Pánuco. Finalmente fue residenciado, pero después de un largo juicio en España, apoyado por sus influyentes familiares, evitó caer en desgracia y guardó sus encomiendas y su posición en la Corte, aunque hubo de permanecer confinado en el Castillo de Torrejón de Velasco (Madrid), donde probablemente falleció.