2.Busca en la lectura seis palabras que sirven para nombrar una embarcación.
Cierto día, mientras estaba sentado en la más completa tranquilidad y satisfacción, vino a verme un grupo de comerciantes, en los cuales se veían aún las huellas del viaje. Entonces sentí de nuevo el cosquilleo del viaje y el cansancio, y me decidí a emprender la marcha. Compré mercancías preciosas, carísimas, apropiadas para un viaje por mar. Cargué mis bultos y, dejando Bagdad, me dirigí a Basora. En esta vi una gran nave, repleta de comerciantes y personas de valía. Embarqué mis fardos y zarpamos felizmente de la ciudad de Basora.
No paramos de viajar de lugar en lugar y de ciudad en ciudad. Comprábamos, vendíamos y visitábamos los países; nos acompañaba la buena suerte, teníamos un buen viaje y hacíamos excelentes negocios.
Cierto día, mientras navegábamos, el capitán del navío dio un chillido. Todos los pasajeros y comerciantes se reunieron en torno a él:
—¡Capitán! ¿Qué ocurre?
—Sabed que nos hemos perdido; hemos salido del mar en que nos encontrábamos para penetrar en otro cuyas rutas desconocemos. Si Dios no nos salva, pereceremos todos.
Se puso de pie, subió al palo mayor y quiso desplegar las velas. El viento aumentó, se volvió contra la popa y rompió el timón cerca de unos escollos que había a flor de agua. El capitán bajó del mástil exclamando:
—No tenemos escapatoria posible.
Todos los pasajeros se pusieron a llorar, pues habían perdido toda esperanza. La nave se dirigió hacia los arrecifes y se estrelló; los maderos se soltaron, y todos los que iban a bordo naufragaron. Algunos se ahogaron, mientras que otros consiguieron poner pie en el monte y subir por él. Yo también tuve esta suerte.
Habíamos ido a parar a una gran isla en la cual habían naufragado muchísimos buques, según dedujimos de las provisiones que había en la playa, arrastradas hasta allí por las olas desde el lugar del naufragio. Había una gran cantidad de gemas y regias perlas. Parecían guijarros y cubrían el lecho del arroyo que corría por aquel valle.
'Reunimos en la playa unos cuantos víveres'
Recorrimos la isla. Reunimos en la playa unos cuantos víveres y los administramos rigurosamente. Comíamos una vez al día o cada dos días, ante el temor de acabar las existencias y morir de hambre.
Seguimos así durante muy poco tiempo, pues perecieron mis amigos y compañeros. Finalmente me quedé solo en la isla, con muy pocos víveres. Lloré por mí y seguí reprochándome por mi poco entendimiento; por haber abandonado mi país y mi ciudad y emprendido un viaje por tierras extrañas, después de haber sufrido tanto en los anteriores viajes. En todos ellos había sufrido mucho, y cada uno había sido más duro y fatigoso que el anterior.
Entonces, al creer que no conseguiría escapar sano y salvo, me arrepentí de mis viajes por mar y de haber reincidido sin necesidad, pues disponía de tantas riquezas que nunca conseguiría agotar ni gastar siquiera la mitad.
Medité y me dije: “Este río tiene principio y fin; estoy seguro de que pasará por un lugar civilizado. Tengo que construir una lancha pequeña en la cual pueda sentarme; luego la pondré en el torrente, me embarcaré y seguiré el curso del agua. Si encuentro salida, me habré salvado. Si no la encuentro, moriré en el río, lo cual es preferible a continuar aquí”.
'Medité y me dije:'
Me puse a trabajar apresuradamente, reuní maderas de Coromandel, las até con las cuerdas que habían formado parte de los cables de los navíos naufragados, y aproveché los tablones de un mismo tamaño para poner encima las maderas y hacer una balsa que tuviera aproximadamente la anchura del río. Cogí luego los víveres que me quedaban e impulsé mi bote por el río.
Avancé por el río hasta llegar al sitio en que el agua se metía debajo del monte. Al pasar por allí me quedé en las tinieblas más absolutas. La oscuridad y la fatiga me rindieron y me quedé dormido de bruces encima de la balsa. Esta siguió avanzando sin interrupción.
Al despertar me encontré en plena luz. Abrí los ojos y vi que me encontraba en un lugar muy amplio, la balsa estaba atada a una isla, mientras a mi alrededor formaba círculo un grupo de indios y de abisinios. Cuando vieron que me incorporaba, se acercaron hacia mí y me hablaron en su lengua, pero yo no los entendí. Creí que todo era un sueño motivado por el cansancio y el temor. Siguieron hablándome, sin que yo entendiese sus palabras ni les diera respuesta alguna. Entonces se adelantó uno de ellos y me dijo en árabe:
—¿Quién eres? ¿De dónde vienes? ¿Cómo es que has llegado a este lugar? Cuéntanos la causa de tu venida.
Respuestas
Respuesta dada por:
9
Respuesta:
MAR
VIAJE
MARCHA
NAVE
CAPITAN
VELAS
alexandraleonaros49:
yo te anoto y hblamos
Respuesta dada por:
4
Respuesta:
comerciantes,viaje,fardos,zarpamos,mar,paises
Explicación:
espero que te sirva de algo
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