En verdad necesito ¡ayuda!... ¿Alguien me puede ayudar a escribir un cuento para mañana? es del tema que sea ¡se los agradecería bastante!
Respuestas
Respuesta:
la vaca
Explicación:
Cuenta la leyenda que cierto Maestro marchaba por los caminos con su aprendiz.
Un día encontraron una casa junto al camino y se acercaron a pedir alimento y cobijo.
Con buena voluntad los humildes habitantes del lugar les ofrecieron lo poco que tenían.
Al verlos tan pobres el Maestro les preguntó: “¿Cómo hacen para subsistir?” A lo que el dueño de la casa le respondió “Tenemos aquella vaca que nos da leche. Tomamos algo y con el resto hacemos queso que vendemos en el pueblo. Y con lo que obtenemos de la venta, compramos lo que podemos. Somos pobres, pero gracias a la vaca vamos viviendo”.
Esa misma noche el Maestro despertó al aprendiz para seguir la marcha. Cuando apenas se habían alejado de la vivienda le dijo: “Regresa a la casa, coge la vaca y arrójala por el acantilado”.
El aprendiz se asustó pero, fiel a su voto de obediencia, cumplió con las órdenes del Maestro. Su sentimiento fue de horror y nunca pudo superar el trauma que esta cruel instrucción le causó en su espíritu.
Años después, este joven aprendiz, ya adulto y habiendo abandonado al Maestro, volvió a pasar por el mismo camino. Su espíritu no pudo menos que sobrecogerse al recordar la terrible acción que había cometido y buscó la pobre casita para enterarse cuál había sido el destino de la humilde familia.
Le costó encontrarla. Dónde antes había estado la humilde vivienda ahora había un bella casa, con un jardín cuidado, una huerta, flores y varios animales de corral.
“Pobre gente”, pensó para sus adentros, “con mi ciega obediencia, al matar su vaca les causé un daño irreparable y tuvieron que irse.” Se acercó y llamó a la puerta.
Un hombre mayor salió a recibirlo, su rostro denotaba felicidad y su ropa era prolija y agradable. Le resultó vagamente conocido.
“Señor”, preguntó, “¿me podría decir qué fue de la familia que vivía en esta casa años atrás?”
“Pues… nosotros vivimos en estas tierras desde siempre, nunca han pertenecido a otra familia.”
Sorprendido el joven insistió: “Pero aquí vivía una familia humilde a la que tuve la suerte de conocer hace muchos años atrás ¿son ustedes la misma familia que conocí?, ¿cómo hicieron para progresar tanto ?”
“Oh, no le recuerdo, pero ya que pregunta no tengo inconveniente en contarle la historia. Nosotros vivíamos de una vaca que nos daba la leche y con ella nos arreglábamos para subsistir. Cierto día, la vaca murió despeñada en el barranco y tuvimos que aguzar nuestro ingenio para sobrevivir. Mis hijos empezaron una huerta y sus productos nos alimentaron y nos permitieron abastecer el mercado local, yo aprendí las artes de la alfarería y me convertí en un afamado artesano, hoy vienen desde lejos a comprar mis piezas, y mi esposa retomó sus trabajos de costura y sus prendas también son requeridas a kilómetros a la redonda. Prosperamos y las penurias de la pobreza acabaron para siempre.»
Muchos de nosotros también tenemos vacas en nuestra vida. Ideas, excusas y justificaciones que nos mantienen atados a la mediocridad, dándonos un falso sentido de estar bien cuando frente a nosotros se encuentra un mundo de oportunidades por descubrir. Oportunidades que sólo podremos apreciar una vez que hayamos matado nuestra vaca