Respuestas
Respuesta:HAY DOS TIPOS DE YO
Los orientales conciben dos tipos de yo: uno es el yo con minúscula o ego, se caracteriza por generar complicaciones y problemas, y se nutre de los conflictos para poder subsistir. El otro es el Yo con mayúscula o Verdadero Yo, contrario al anterior. Este Yo representa la paz, la armonía, la integración.
MOVIMIENTO OCULAR RÁPIDO
Cuando nos vamos a dormir, pasamos por el proceso de adormecimiento, dormir profundo, luego muy profundo, para con posterioridad entrar al proceso del sueño o la actividad onírica. Ese momento se denomina REM (Rapid Eye Movement o movimiento ocular rápido, que se conoce también en español con las siglas MOR). En el dormir muy profundo o No-REM (sin movimiento ocular), no hay actividad onírica como decíamos anteriormente, pero este estado nos permite un verdadero descanso reparador y, según los orientales, representa al Yo profundo. Arribaríamos al Yo profundo cuando dormimos de manera profunda y, por supuesto, de forma inconsciente.
CONECTARSE CON EL YO PROFUNDO
Los sabios sostienen que es fundamental trabajar con la meditación para poder conectarse con ese Yo profundo o de máxima integración de nuestro ser, pero de manera consciente. Esto se podría representar como si viviésemos en la superficie del mar con el movimiento que las olas nos traen cada día, sin olvidar que en lo profundo del océano está la paz. Aunque en la superficie el movimiento sea turbulento, en las profundidades siempre hallaremos la calma y la tranquilidad.
La meditación nos permite bajar a las profundidades que poseen esa inmensa calma, para luego ascender a las turbulencias impregnados de la paz de nuestro ser. Cuanto más viajes realicemos hacia las profundidades de nuestro océano interior, más contactos tendremos con nuestro Ser Indiviso o Yo. Es importante que cada día comencemos a relajarnos, a respirar más profundamente y a tratar de serenar nuestra Mente Parlanchina. Es ella la que no cesa de parlotear, la que interfiere en el camino hacia nuestro Yo. En la medida en que nuestro diálogo interior o Mono Loco comience a disminuir, ingresaremos a las profundidades de paz y calma, de nuestro Ser o Yo.
El camino inverso es continuar “pensando sobre lo pensado”, cayendo en cualquier tipo de asociaciones mentales que nos alejan de la calma y la armonía interior. En ese sentido encontramos en la sabiduría oriental un proverbio que dice: “No lavemos la sangre con sangre”. Una manera de ejemplificarlo es, suponer que a una persona que tiene una herida sangrante en un brazo la curaríamos aplicándole una bolsa de plasma sanguíneo sobre toda la herida. Es evidente que en este ejemplo, lejos de ayudar, complicaríamos dicho cuadro. Lo correcto hubiese sido proporcionarle alguna gasa o algodón con desinfectante, pero “echarle” más sangre a la sangre no sólo no lo beneficiará, sino que además lo perjudicará.
Tranquilizar o serenar a la mente parlanchina, no significa seguir pensando. Por el contrario, se trata de aprender a abandonar los pensamientos o representaciones mentales que nos tienen prisioneros. Esto equivale a decir que: No tenemos un yo parlanchín, el yo parlanchín nos tiene a nosotros.
Explicación: