Respuestas
Respuesta:
Charles Ebbets, (1905 -1978) fue un fotógrafo estadounidense de Alabama, famoso sobretodo por la fotografía “Almuerzo en la cima de un rascacielos”. En la década de 1930, Ebbets fue un conocido fotógrafo de bien y tenía un trabajo en los principales periódicos de todo el país, incluyendo el New York Times. En 1932, fue nombrado director de fotografía para el Rockefeller Center, edificio que estaba en construcción en Nueva York, donde tomaría esta instantánea.
En 1933, Ebbets regresó a Florida, donde empezó su carrera profesional. Fue a vivir y trabajar por el resto de su vida.
Esta fotografía es de los años 30, donde apenas había seguridad a la hora de realizar ciertos trabajos. Es por ello por lo que que el fotógrafo Charles Ebbets captó estas imágenes: para denunciar dicho riesgo. Lo que no se imaginó fue que iba a ser una de las fotografías más famosas y más vendidas.
Dejando a un lado el contexto, observamos cómo la fotografía está en blanco y negro. Vemos cómo la disposición central de los obreros en la fotografía aporta un espacio similar alrededor de ellos. El mismo espacio por sus cabezas y por sus pies. Vemos cómo los edificios que “pisan” sus pies son pequeños, dándonos una referencia de dónde se pueden encontrar estos once obreros; y por encima vemos incluso el Central Park. Una distribución perfecta, que crea un equilibrio en cuanto a los motivos visuales. Esto queda corroborado explícitamente en la propia fotografía mediante un detalle visual importante: vemos cómo dos obreros con camisas blancas, o claras, separan en grupos de tres a los demás obreros. Algo totalmente matemático, armónico o perfecto.Vemos cómo incluso una cuerda de la propia obra quiere adquirir protagonismo, aunque apenas molesta en la fotografía. Es más, le da un toque más verídico a la foto. Sin embargo, destacando un pequeño detalle icónico, esa cuerda “separa” al obrero situado a la derecha, del resto de sus compañeros. Parece marginado o fuera del grupo. De hecho es el único que parece mirar a la cámara. A pesar de estar junto a los demás, adivinamos una sensación de soledad en su rostro. (Vuelvo a insistir en la magia de la fotografía: puede que sea pura casualidad, pero en ese instante, la cuerda le separa de los demás, pero su rostro, quizá también casual, nos lo confirma.)
Como he dicho anteriormente, la fotografía transmite una sensación un tanto cómica. La tranquilidad con que los obreros están sentados ahí, disfrutando de su descanso, nos choca bastante, ya que nos transmiten seguridad, algo de lo que evidentemente, y por ello se caracteriza la fotografía, carecen. Si nos fijamos bien, observamos cómo una nube, o humo blanco los envuelve como si fuera una halo de protección, que les impida caerse de la viga -quizá por ello tengan la seguridad y pasividad de que no se caerán-. (Y si nos damos cuenta, ese halo no cubre a nuestro amigo de la derecha, que está sólo, y quizá intranquilo ya que él no está totalmente seguro).
Concluyendo, si en la actualidad nos hablan de una fotografía de obreros, a priori nos imaginaremos una fotografía fea o cotidiana, o poco llamativa. En cambio, la magia de esta imagen hace que nos resulte una fotografía bonita. Quizá sea por ello que es una de las más vendidas.