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Ciertamente, hay personas que piensan que para criticar al capitalismo es necesario ser economista o profesional afín. Si el capitalismo fuera como la ingeniería nuclear o la astrofísica, seguramente, para un análisis profundo, correspondería a profesionales o investigadores de las citadas áreas hablar específicamente al respecto, si bien, todo ciudadano que lee, podría dar una opinión personal al respecto de cualquier área en función de su vivencia o de su experiencia; por eso, sobre el capitalismo pueden opinar desde un científico social hasta un paisano que vive bajo la influencia de este sistema.
En estas circunstancias, podemos pensar y criticar muchos más, al respecto de los modelos sociales porque vivimos influenciados por ellos. Y toda crítica tendría que ser para mejorar, por muy dura que sea ella, y evitar la indiferencia frente a aquello que puede ocasionar una hecatombe social o planetaria. Hoy, ya no es época para que nos quedemos callados frente a muchas iniquidades generadas por un modelo socioeconómico en decadencia, como es el capitalismo.
No podemos negar que el capitalismo, ha dado al hombre la posibilidad de un gran desarrollo en muchas áreas del conocimiento. Ha posibilitado que el hombre avance de la "carreta" al "avión supersónico" y el hombre se mueve en una sociedad jamás soñada hace dos siglos por el hombre común. Solamente algunos escritores de ciencia ficción, como Edgar Allan Poe y Julio Verne vislumbraron algunos aspectos de la sociedad actual. Pero, esto no significa que debamos cerrar los ojos frente a las debilidades y a la futura expiración del capitalismo.
Hoy estamos en el siglo XXI y el capitalismo ha tomado dos vertientes: La del hipercapitalismo (capitalismo salvaje), usado por varias potencias mundiales y su séquito de países dependientes, con gobiernos afines, y el capitalismo con tendencia social utilizado por gobiernos progresistas de muchos países del orbe.
El Hipercapitalismo es el suprasistema donde surge una nueva economía que favorece a pocos, los megamillonarios, quienes buscan hacer más fortuna sin importar la dignidad humana, ni el equilibrio ecológico. Estos megamillonarios, que no pasan de los mil sujetos, o tal vez menos o un poco más, no importa, se ocupan de hacer crecer sus empresas en todo el orbe usando todos los medios a su alcance. Hacen creer que están implementando el capitalismo para beneficio del individuo y del desarrollo de los países. Sin embargo, en un mercado globalizado, a través de sus empresas, intentan obtener las mayores ganancias posibles, sin importar si eso genera un aumento inusitado de la pobreza, de la inseguridad ciudadana, de la contaminación ambiental, de la violencia, o de otro tipo de calamidad.
El Capitalismo con tendencia social (está frase seguramente es una herejía para algunos sociólogos) viene siendo aplicado, paradójicamente, en muchos de los países con gobiernos progresistas. Ante el fracaso de las doctrinas del comunismo o socialismo materialistas, los gobernantes de izquierda, no han tenido otra opción que continuar usando el capitalismo, pero dándole un giro social, para que beneficie a las mayorías, o sea, al pueblo. Y por los frutos que vemos, esa postura de continuar usando el capitalismo y darle un giro social está teniendo resultados positivos, a pesar de los falsos agoreros, que defienden al capitalismo “puro” (y por detrás al hipercapitalismo), asumiendo posturas de derecha o de ultraderecha, o muy a pesar de aquellos que defienden posiciones de ultraizquierda, o de la propia izquierda llamada de “infantil”. Si bien, se puede vislumbrar que este “capitalismo con tendencia social” es simplemente un paso más hacia un socialismo democrático (Los progresistas tienen que ser también estratégicos en un mundo donde el capitalismo se convirtió en un espejismo que oscurece la sabiduría humana).
En las condiciones actuales, se puede conjeturar que en un plazo perentorio el capitalismo está destinado a desaparecer, puesto que ya cumplió su función principal: generar las condiciones para que la humanidad asuma otro modelo socioeconómico acorde a los nuevos tiempos y al nuevo ciclo existencial de nuestro planeta. Así, se proyectan distintos modelos sociales que le darán una respuesta adecuada a las necesidades del hombre, donde lo espiritual será el ingrediente primordial para la vida futura.