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Respuesta:
Platero es pequeño, peludo y suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Hace un tiempo se puso enfermo y tuvimos que llamar al médico, pero al final, cuando ya parecía todo que se iba a morir, sus espejos de azabache volvieron a abrirse y salió de nuevo a trotar con su bailecillo alegre por la ladera verde de amapolas rojas.
Esta mañana, hemos llevado a Platero a montar a la burrita de don Anselmo, y él se ha puesto tan contento que le arrastraba el badajo rojo por toda la era llenándoselo de polvo y granos de trigo molido; la burrita se ha puesto nerviosa al verlo como una novia en primavera, pero Edelmiro, el mamporrero, los ha sabido juntar con sus manos fuertes y Platero la ha cubierto tan loco como un mozo borracho una madrugada de verbena; relinchando y rezongando encima de ella con las patitas por encima de su grupa como si no quisiera que se fuera, con la boca abierta mordiéndole a la burrita las orejas de algodón como si le quisiera decir: -¿Quédate quieta que ya verás como no lo tengo todo de algodón?
Después, Platero se ha ido contento a la cuadra, se ha quedado dormido de costado, yo me he acercado a la sombra de su cuarto y sólo he visto sus ojos de azabache mirándome como diciendo: -Lo que me hiciste perderme, Juan Ramón...
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