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Respuesta:
Creó que San Martín le escribió una carta, que decía lo siguiente;
Mi respetable general y amigo:
A pesar de la distancia que me separa de nuestra patria, usted me hará la
justicia de creer que sus triunfos son un gran consuelo a mi achacosa vejez.
Así es que he tenido una verdadera satisfacción al saber el levantamiento
del injusto bloqueo con que nos hostilizaban las dos primeras naciones de Europa; esta satisfacción es tanto más completa cuanto el honor del país,
no ha tenido nada que sufrir, y por el contrario presenta a todos los nuevos
Estados Americanos, un modelo que seguir y más cuando éste está apoyado en la justicia. No vaya usted a creer por lo que dejo expuesto, el que jamás
he dudado que nuestra patria tuviese que avergonzarse de ninguna concesión humillante presidiendo usted a sus destinos; por el contrario, más bien he creído no tirase usted demasiado la cuerda de las negociaciones seguidas cuando se trataba del honor nacional. Esta opinión demostrará a usted, mi apreciable general, que al escribirle, lo hago con la franqueza de mi carácter y la que merece el que yo he formado del de usted. Por tales acontecimientos reciba usted y nuestra patria mis más sinceras enhorabuenas.
Para evitar el que mi familia volviese a presenciar las trágicas escenas que
desde la revolución de febrero se han sucedido en París, resolví transportarla a este punto, y esperar en él, no el término de una revolución cuyas consecuencias y duración no hay precisión humana capaz de calcular
sus resultados, no sólo en Francia, sino en el resto de la Europa; en su consecuencia, mi resolución es el de ver si el gobierno que va a
establecerse según la nueva constitución de este país ofrece algunas garantías de orden para regresar a mi retiro campestre, y en el caso
contrario, es decir, el de una guerra civil (que es lo más probable), pasar a
Inglaterra, y desde este punto tomar un partido definitivo.
En cuanto a la situación de este viejo continente, es menester no hacerse la
menor ilusión: la verdadera contienda que divide a su población es puramente social; en una palabra, la del que nada tiene, tratar de despojar al que le posee; calcule lo que arroja de sí un tal principio, infiltrado en la gran masa del bajo pueblo, por las predicaciones diarias de los clubs y la lectura de miles de panfletos; si a estas ideas se agrega la miseria espantosa de millones de proletarios, agravada en el día con la paralizacióparalización de la industria, el retiro de los capitales en vista de un porvenir incierto, la probabilidad de una guerra civil por el choque de las ideas y partidos, y, en conclusión, la de una bancarrota nacional visto el déficit de cerca de 400 millones en este año, y otros tantos en el entrante: éste es el verdadero estado de la Francia y casi del resto de la Europa, con la excepción de Inglaterra, Rusia y Suecia, que hasta el día siguen manteniendo su orden interior.
Un millar de agradecimientos, mi apreciable general, por la honrosa
memoria que hace usted de este viejo patriota en su mensaje último a la
Legislatura de la provincia; mi filosofía no llega al grado de ser indiferente a
la aprobación de mi conducta por los hombres de bien.
Esta es la última carta que será escrita de mi mano; atacado después de
tres años de cataratas, en el día apenas puedo ver lo que escribo, y lo hago
con indecible trabajo; me resta la esperanza de recuperar mi vista en el
próximo verano en que pienso hacerme hacer la operación á los ojos. Si los
resultados no corresponden a mis esperanzas, aun me resta el cuerpo de
reserva, la resignación y los cuidados y esmeros de mi familia.
Que goce usted la mejor salud, que el acierto presida en todo lo que
emprenda, son los votos de este su apasionado amigo y compatriota.