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Los padres esperaban para presentar a sus retoños al Hermano Director. Uno ya no puede controlar a su hijo, que chilla en sus brazos, al lado otro niño siente miedo también, pero no puede permitirse mostrarlos; para él no existía comprensión sino regaños: es el sirviente, indiecito. Una lagrimilla se asoma en su mejilla.
Durante el recreo el patio hervía pero el indiecito se quedaba solitario, por lo que los demás chicos empezaron a molestarle, hasta que llego el Hermano Director y trataron de huir. El dulce anciano se llevó al niño para tranquilizarlo y al salir de clase, Manuel Cuzco. El indiecito, se sintió apenado. El patrón los esperaba y al llegar a casa fue obligado cruelmente por la patrona a quemar su poncho y su sombrero.
El instituto se convirtió para el indiecito como una fortaleza. Ávido de conocimiento, estudiaba apasionadamente y vivía temeroso de que el mimado patroncito no quisiera ir a clase. Pronto su esfuerzo se vio reflejado en una brillante medalla que descansaba sobre el pecho de Cuzco mientras que el pequeño patrón moría de envidia. Y así también los patrones mayores quienes subestimaron el éxito de Manuel.
Muchos reconocimientos le llegaron a Manuel, desgraciadamente con estos le llegaron regaños e injustas acusaciones por parte del hijo de los patrones quien se inventaba historias malvadas solo para desprestigiar al muchacho.
Esto le causo al indiecito un daño en su salud, se le veía en sus ojos ahora desganados y amarillos y los patrones no tuvieron otra opción que llevarlo al médico, pero poco importo las indicaciones de este último, su estado de saludo siguió empeorando, hasta que un día entre convulsiones y miedos los patronos descubrieron su tesoro escondido: la medalla escondida en su pecho.
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habia 3 hijos y su papa se murio y ellos se quedaron sin nada
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