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El cuento Axolotl, escrito por Julio Cortázar, nos cuenta la historia de un hombre que un buen día se fascina por los axolotl y es tal su obsesión que todos los días va a verlos a un acuario que se encuentra por el Jardin des plantes; y se queda largo rato observándolos, tanto, que el vigilante le dice que mira a los axolotl como si se los comiera con los ojos. Esta fascinación se representa porque le intriga demasiado, al personaje principal, que son animales que se parecen -según él- a los humanos, creyendo, incluso que los seres humanos evolucionamos de los "ajolotes".
Estos animales le causan tanta curiosidad que logra introducirnos a sus pensamientos y a los sentimientos a causa de estos animales de cuerpos rosados, cabezas triangulares, al ver sus branquias rojizas y paradas como ramas, sus patas que derivan en uñas casi humanas, y esos ojos dorados sin pupilas... que le cuesta pensar que se la pasan la mayor parte del tiempo como estáticos.
Llega a tan alto punto su obsesión que el se siente uno de ellos -axolotl- llega a sentirse encerrado en esa pecera de cristal, es como si de tanto verlos y detallar en los ojos del animal en frente de él, cambiaran de cuerpo y su conciencia y él mismo se encerrara en este animal estático y enigmático.
El final, como la mayoría de los cuentos de Cortázar, se torna fantástico, es magnífico.
Mientras iba leyendo el cuento, sentí como si el espíritu del axolotl no me dejara despegarme de sus páginas; sin duda es una muy buena narración que logró interesarme y mantenerme al filo del asiento; tanto así, que leí el cuento dos veces más.
A continuación, las siguientes tres citas (sin detallar demasiado el final para que quienes no lo han leído puedan disfrutarlo hasta la última palabra):
"Esperaban algo, un remoto señorío aniquilado, en tiempo de libertad en que el mundo habría sido de los de los axolotl. No era posible que una expresión tan terrible que alcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra no portara un mensaje de dolor, la prueba de esa condena eterna, de ese infierno líquido que padecían."
"Veía de muy cerca la cara de un axolotl inmóvil junto al vidrio. Entonces mi cara se apartó y yo comprendí."
"El horror veía -lo supe en el mismo momento- de creerme prisionero en un cuerpo de axolotl. Transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverse lucidamente entre criaturas insensibles."
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