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Leí esta novela del escritor argentino Antonio Santa Ana hace mucho tiempo, y recuerdo que me gustó mucho. Considerada dentro del género Infantil-Juvenil, Santa Ana nos narra en esta bella novela corta, una historia de dolor, perdón y reconciliación.
Narrada en primera persona, un elemento bastante arriesgado, pero que en esta ocasión Santa Ana logra utilizarlo de forma acertada, nos cuenta la historia de un adolescente, quien es el narrador y la voz de este relato. Nuestro protagonista vive en el seno de una familia acomodada con su padre, su madre y su hermano mayor Ezequiel. Desde el punto de vista de nuestro narrador, somos testigo del estilo de vida de una familia de clase alta, y de su brutal reacción ante la llegada del SIDA por parte de Ezequiel. Durante todo el libro, vemos como el joven de 11 años enfrenta este problema, conocemos sus pensamientos, sus dudas, sus miedos, sus temores, sus deseos, tristezas y anhelos. Es un viaje en conjunto en donde el lector se logra involucrar con el narrador, y vive todo el proceso desde que se rompe el núcleo familiar por la pérdida de su hermano, hasta su proceso de reconciliación con él en su enfermedad y su inevitable final.
El libro es corto, la prosa sencilla y atrapante por la capacidad del autor en atrapar al lector con el monólogo interior del narrador. Es un libro que se lee muy rápido, y sobre todo que te emociona y conmueve. Refleja una gran realidad, de una enfermedad que aún tiene sus mitos y prejuicios. Y una forma interesante de plantearlo, es que nunca se menciona el cómo Ezequiel fue contagiado, él dice que no vale la pena recordarlo, que simplemente no importa, y menciona las posibles y típicas opciones que la mayoría de la gente piensa en estos casos: drogas y homosexualidad. Pero nunca nos enteramos de lo que pasa en realidad. Eso no importa para el autor, y me alegra que lo deje en claro, y nos sumerja en la historia que da un distintos tratamiento al tema, al mostrar los prejuicios, los inevitables quebrantamientos en los lazos sociales y familiares, todos esos aspectos negativos, y la valoración de los aspectos positivos, ese acercamiento entre los dos hermanos, es simplemente genial y estremecedor.
Y el título, los ojos del perro siberiano, es explicado por el mismo Ezequiel, quien cuando se muda a vivir solo y enfermo, sólo tiene la compañía de Sacha, su perro siberiano, los únicos ojos que lo ven tal como es. Y esta explicación forma parte de un gran número de frases memorables del libro, en donde trataré de mencionar algunas:
“Una de las razones por las que quiero tanto a este perro es por sus ojos. Desde que estoy enfermo, la gente me mira de distintas maneras. En los ojos de algunos veo temor, en los de otros intolerancia. En los de la abuela veo lástima. En los de papá enojo y vergüenza. En los de mamá, miedo y reproche. En tus ojos veo curiosidad y misterio, salvo que creas que mi enfermedad no tiene nada que ver con que estemos juntos en este momento. Los únicos ojos que me miran igual, en los únicos en los que me veo como soy, no importa si estoy sano o enfermo, son en los ojos de mi perro. En los ojos de Sacha” (Ezequiel)
“Ninguna enfermedad te enseña a morir. Te enseña a vivir. A amar la vida con toda la fuerza que tengas”
“Lo único cierto que sabemos todos de la vida es que nos vamos a morir. Y lo único incierto es el momento. Digamos que al enterarme de que lo incierto avanza sobre lo cierto, me propuse no morirme hasta no poder tocar la suite N°1 en Sol Mayor de Bach”
“El SIDA es como una tormenta, nadie quiere sacar la cabeza para ver qué hay afuera. La vida no es más que eso: asomar la cabeza para ver qué pasa afuera, aunque haya tormenta. Y una Suite de Bach”
“Éste se llama Sacha. Era el más chiquito de la cría, el último que nació. Por eso lo iban a matar (…) Sí que es hermoso, ¿no es cierto?, pero a los últimos de cada cría los criadores los matan, son los más débiles, los menos puros de la raza. Los criadores viven de la pureza, ese es su negocio, no les conviene que haya perros impuros dando vueltas por ahí. Si vos conocés a otros perros de esta raza, te podés dar cuenta que éste tiene las orejas más grandes y (…) La gente no entiende nunca al que es diferente (…) La gente le tiene miedo a lo que no entiende. Si la sociedad margina a los que son diferentes, qué destino puede tener un perro con las orejas más grandes”
“Mied al rechazo… Hermanito, voy a decirte algo, tal vez lo único que aprendí en mi corta vida. Si la cuerda no fuera delgada, no tendría gracia caminar por ella”
“Sospecho que uno se hace lector para completar lo inacabado. Para completarse”
“Se supone que a los amigos se los elige. A Mariano yo nunca supe si lo elegí o si cuando llegué al mundo simplemente él me estaba esperando”
Sí lo sé.
Vaya paradoja, yo te acompaño en tus primeros pasos, y vos me acompañás en los últimos…”
“Cerró los ojos un rato, cuando los volvió a abrir me dijo: He visto cosas que ustedes no creerían. Naves de ataque ardiendo sobre el hombro de Orión…
Está delirando otra vez, pensé. Volvió a sonreír, me apretó la mano. Cerró los ojos y se quedó dormido. Nunca más los volvió a abrir”
“
-He visto cosas que ustedes no creerían. Naves de ataque ardiendo sobre el hombro de Orión. Rayos “C” brillando en la oscuridad cerca de Tannhauser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.
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