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Seré un genio, y el mundo me admirará. Quizá seré despreciado e incomprendido, pero seré un genio, un gran genio, porque estoy seguro de ello” – Salvador Dalí a los quince años.
Surrealista, esperpéntico, extravagante, narcisista y megalómano, Salvador Dalí nunca dejó indiferente con su actitud, sus formas y su manera de entender la vida. Mucho se ha escrito sobre su pintura, su escultura y su relación con el cine de la mano de Luis Buñuel pero aquí, como no podía ser de otra forma, haremos un somero repaso a la relación, bien sea directa o indirecta, de Dalí con la música.
Como hombre de su tiempo, Salvador Dalí tuvo contacto con muchos cantantes de la época, siendo el más destacable de todos ellos Paco Ibáñez. En los años 50 Paco se dedica a adaptar textos de poemas, primero de Luis de Góngora y posteriormente de Federico García Lorca, que una amiga suya hace llegar al pintor. Éste inmediatamente quiso conocer al autor y en el encuentro que tuvieron acordaron que el figuerense realizara la portada del primer LP del valenciano “Paco Ibáñez 1” (Polydor, 1964). Dalí opinaría sobre la misma: “Se puede decir que he creado la imagen de esta canción (‘Canción de jinete), con una sóla mancha de tinta… He tomado tinta china y al hacerlo he dicho: yo firmo esta cosa de Lorca con su sangre y con la mía. Esta salpicadura es una salpicadura de sangre. He firmado el disco de Ibáñez con sangre, a la manera española”.
Pero el pintor catalán tenía unos gustos muy eclécticos, de la ye-yé más temperamental, Franciska, llegó a decir: “Franciska tiene una mirada psicodélica y sus ojos valen una verdadera fortuna”. Y del cantautor segoviano Ismael opinó: “Ismael es el cantante místico vertical más elevado de la Tierra”. Pero lo que quedó registrado en vídeo fue su apoyo a la cantaora y bailaora Maruja Garrido de la cual Salvador Dalí había apadrinado en sus presentaciones en el teatro Olimpia de París.
Aquí el impagable vídeo realizado en la Ciudad Condal bajo el Arco del Triunfo.