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Respuesta:
El presente artículo forma parte de una investigación mucho más amplia sobre
el primer liberalismo español y la emancipación de América que pretende mos-
trar la inadecuación de la socorrida antítesis absolutismo versas liberalismo para
explicar ambos fenómenos históricos (se trata de una tesis para obtener el grado
de doctor en el campo de la historia de las ideas poéticas por la Universidad
Complutense de Madrid). Lo anterior ayuda a explicar ciertas «lagunas» que
puedan detectarse o algunos nexos que puedan echarse de menos, ya que presu-
pone una contextualización y una serie de planteamientos sobre el liberalismo
hispánico que en esta nota no podemos más que insinuar (y que complementa-
remos en la segunda parte del artículo; la primera está dedicada a la consuma-
ción de la independencia mexicana). En lo que se refiere a España, los dos
objetivos principales de la investigación doctoral mencionada son, por un lado,
mostrar la enorme relevancia que tuvo el primer liberalismo español (surgido en
1808 a raíz del levantamiento popular en contra de las tropas napoleónicas)
sobre el proceso emancipador americano (especialmente durante su primera eta-
pa), y, al mismo tiempo, mostrar que este liberalismo fue, durante su fase gadi-
tana (1810-1814, en la cual centramos nuestra atención), mucho menos homo-
géneo y consistente de lo que no pocos autores han pretendido. En cuanto a
América, el propósito fundamental es criticar interpretaciones de la independen-
cia del subcontinente que confieren al liberalismo un protagonismo y una enti-
dad que, en el mejor de los escenarios, habna que matizar. Al igual que en el
caso peninsular, estas visiones sobre el proceso emancipador adscriben al libe-
ralismo una presencia y una sustantividad que, en más de un aspecto, se revelan
bastante endebles en cuanto se les confronta con los hechos históricos. Este
último punto es importante. Si bien somos conscientes de que no existe tal cosa
como un «hecho histórico», así, sin más, somos muy escépticos respecto a en-
foques sobre la historia del pensamiento político que otorgan a las ideas una
autonomía y unas propiedades explicativas que nos parecen, en buena medida,
ficticias (como trataremos de argumentar en la segunda parte).