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Los entornos y actividades en que las personas participan están definidos por sus metas. Estas no son exclusivamente individuales sino que están inmersas en tradiciones milenarias de las que no podemos prescindir. Las actividades que las personas realizan en su comunidad son inseparables de instrumentos que contribuyen a conformarlas y que están revestidos de significado.
En este contexto, se asume que entre ambos elementos existe una relación dialéctica. Niños y adultos crecen y se desarrollan conjuntamente mientras transforman el mundo y el entorno en que les ha tocado vivir. Los sistemas de actividad humana "Las personas somos objetos con mente, pero también con manos". Esta frase transmite muchas de las ideas que se esconden tras el trabajo de Michael Cole y sus colaboradores.
Nos detendremos en lo que podrían considerarse algunos pilares fundamentales en los que se apoya su forma de entender la estructura básica de la actividad humana. Desde esta perspectiva, la unidad natural de análisis para estudiar la conducta son los sistemas de actividad, entendidos como los sistemas de relaciones entre individuos históricamente condicionados y sus entornos mas próximos organizados culturalmente. Nos fijaremos en una actividad habitual en los hogares occidentales, los tradicionales deberes. Se advierte la importancia de una interacción entre los sujetos (imaginemos a una madre y a su hija), y el objeto al que se orienta la actividad y que, a su vez, es modelado o transformado en un resultado con ayuda de instrumentos externos e internos (físicos y simbólicos), en este caso, el libro de texto.
Hay que tener en cuenta también que dicha actividad se desarrolla en una comunidad ( en este caso la familia o la escuela), que incluye múltiples individuos y grupos compartiendo metas similares. Además, esas actividades están regidas por reglas semejantes que contribuyen a la distribución de tareas y papeles sociales entre los miembros de la comunidad, en este caso los que desempeñan ante la tarea una madre y una hija. Además, en este sistema de actividad existe un intercambio y distribución de objetos entre los individuos que configuran la actividad humana con carácter bidireccional, es decir, las personas al transformar los instrumentos y los objetos se transforman a sí mismas.
Finalmente, el hecho de estar ante un sistema dinámico conduce necesariamente a la noción de tiempo, que en relación a la vida humana ha de entenderse como historia ya que los humanos interpretamos el pasado y el futuro en términos de experiencia cultural. Este modelo de análisis está contribuyendo a generar nuevos marcos epistemológicos desde los que interpretar la actividad humana que se desarrolla a través del tiempo. En el núcleo de esta propuesta se encuentra el concepto de conocimiento distribuido. La idea que se esconde tras este concepto es una critica a la existencia de un procesador central que explicaría la construcción del conocimiento humano, prescindiendo de cualquier influencia de la situación. Cole y Engeström han vuelto a explorar este concepto y nos ofrecen un camino por el que se puede ir avanzando la investigación. En su opinión, el conocimiento se distribuye en múltiples ámbitos. Existe, en primer lugar, un conocimiento distribuido en el individuo: la heterogeneidad de la actividad en el cerebro podría estar condicionada, al menos en parte, por la estructura de los procesos en los que la persona participa, tanto en su aspecto sensorial como en su aspecto simbólico.
Se refieren también al conocimiento distribuido en la cultura. En este sentido, la combinación de las metas los instrumentos y el entorno constituyen simultáneamente el contexto dela conducta y permiten decir que el conocimiento está distribuido en tal contexto. En tercer lugar, una noción de cultura distribuida entre las personas requiere pensar que el conocimiento está distribuido entre ellas por virtud de sus roles sociales., de ahí que distribución signifique también compartir la visión del trabajo. Por ultimo, los autores se refieren a una distribución del conocimiento en el tiempo, retrayéndose incluso a la filogenia. En suma, distribuir el conocimiento no significa en ningún caso prescindir del individuo, sino ampliar el marco en el que ha de explicarse.