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A finales del siglo XVIII, el Antiguo Régimen se tambaleaba en Francia. Ajena a los nuevos tiempos e incapaz de gestionar las transformaciones socioeconómicas, la monarquía seguía ejerciendo su poder absoluto, consolidando y perpetuando las injusticias y desigualdades de la sociedad feudal; a causa de los privilegios de la nobleza y el clero, los campesinos se veían obligados a soportar la mayor parte de las cargas fiscales.
La revuelta popular y la Asamblea Nacional (1789-1791)
Los representantes del Tercer Estado, con la burguesía al frente, exigieron la sustitución del sistema tradicional de voto por el del voto individual y, ante el rechazo de sus peticiones y la postura vacilante de la monarquía, constituyeron la Asamblea Nacional, proclamándose, verdadera depositaria de la soberanía nacional e invitando a los representantes de los demás estamentos a unirse a ella. El 4 de agosto de 1789 la Asamblea Nacional, convertida ya en Asamblea Nacional Constituyente, decretó la abolición de todos los derechos y privilegios feudales, y el 26 de agosto se publicaba la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, basada en los principios de "libertad, igualdad y fraternidad". Dominada por los sectores más moderados de la burguesía, la Asamblea desarrolló una extensa obra legislativa que culminó con la aprobación de la Constitución de 1791, que estableció la soberanía popular y la separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. El nuevo ordenamiento configuraba Francia como una monarquía constitucional y conjugaba los logros revolucionarios con el respeto al rey: el monarca y sus ministros conservaría el poder ejecutivo.El proceso constituyente no estuvo exento de dificultades, particularmente en su fase final. Mientras fingía aceptar las reformas, Luis XVI negociaba en secreto una intervención de las monarquías absolutistas extranjeras para acabar con la revolución, y en junio de 1791 protagonizó un fallido intento de fuga que desató un fuerte sentimiento antimonárquico. En julio la Guardia Nacional, fuerza que había sido creada por los revolucionarios, hubo de reprimir violentamente una manifestación republicana en el Campo de Marte. En agosto, los reyes de Austria y Prusia lanzaron veladas amenazas de intervención. Con todo, la revolución seguía adelante: tras la convocatoria y celebración de elecciones, la Asamblea Legislativa inició sus sesiones el 1 de octubre de 1791.
La monarquía constitucional: La Asamblea Legislativa (1791-1792)
Sometida a fuertes presiones, la recién implantada monarquía constitucional tendría escaso recorrido: no llegó siguiera a cumplir el año. Aunque la Asamblea Legislativa promulgó medidas progresistas, fue incapaz de satisfacer el descontento de las clases populares ante la carestía de los productos básicos como consecuencia del agravamiento de la crisis económica. Las sucesivas derrotas de los ejércitos franceses radicalizaron la situación; la izquierda jacobina, grupo republicano minoritario pero influyente de la Asamblea Legislativa, exigía la elección por sufragio universal de una Convención Nacional y la instauración de una República.
La República: La Convención (1792-1795)
A la caída de la monarquía siguió la celebración de elecciones (por sufragio universal masculino) y la constitución de la Convención Nacional, cuya puesta en marcha coincidió con la victoria de las tropas francesas sobre los prusianos en Valmy (20 de septiembre de 1792). La lucha por el poder dentro de la Convención entre sus alas izquierda (jacobinos) y derecha (girondinos) tuvo en el proceso y ejecución de Luis XVI (21 de enero de 1793) uno de sus puntos álgidos. Ante el avance de las fuerzas de la Primera Coalición, las conspiraciones contrarrevolucionarias de la nobleza y el clero, el estallido de la revuelta campesina en La Vendée, la escasez de trigo y la generalización de la especulación, la política moderada de los girondinos se mostraba ineficaz. Los jacobinos, con el apoyo de los «sans-culottes», tomaron las riendas de la Convención en junio de 1793. Se intentaron desarrollar los principios de la democracia social, reflejados en una nueva constitución, que no obstante no llegaría a entrar en vigor.Dominada por los jacobinos, la Convención confirió a las instituciones ejecutivas poderes de excepción: el Comité de Salvación Pública decretaba medidas de urgencia (levas masivas forzosas y control de precios) y el Comité de Seguridad General dirigía una represión contra los enemigos de la Revolución, que llevó a la guillotina a nobles, líderes girondinos y a la reina María Antonieta, así como a cuantos intentaron eludir el reclutamiento. Se había implantado el Terror (1793-1794). Sus drásticas medidas tuvieron efecto: las tropas francesas frenaron a los ejércitos de la Primera Coalición y las rebeliones internas fueron sofocadas.