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Respuesta:George Washington es una de las figuras más reconocibles de la historia de Estados Unidos. Pero la familiaridad da paso al desdén. Muy a menudo, Washington es un viejo cuadro en la pared –solemne, impersonal y distante– o el protagonista de cuentos y canciones infantiles. Todos sabemos que cortó un cerezo y dicen que tenía dientes de madera.
El verdadero George Washington es mucho más fascinante. Todos podemos ver las brillantes evoluciones de la pluma de Jefferson, la obra constitucional de Madison o el éxito de la política económica de Hamilton y eso nos puede llevar a pasar por alto o subestimar la magnitud de los logros de Washington. Sin embargo, como afirma James Flexner, el mejor biógrafo de Washington, éste fue el "hombre indispensable" para la fundación de la nación estadounidense.
Recordemos que miramos a la historia con el lujo de saber lo que pasó. Lo que podría parecer inevitable u obvio a posteriori era muy frecuentemente un camino audaz cuyo resultado era incierto en el mejor de los casos. Debemos rescatar este sentido de imprevisión y atrevimiento si hemos de entender a Washington.
Soldado de profesión y agrimensor de oficio, Washington fue primero y ante todo un hombre de acción. Estuvo en cada cruce importante del camino hacia la fundación de la nación americana; sus decisiones y sabiduría práctica fueron cruciales para el éxito de la iniciativa en cada etapa. Y en cada momento –desde la época en la que se convirtió en comandante en jefe hasta el día de su muerte– su proyecto fue fundar una nación que se autogobernara, una república constitucional. Es aquí donde vemos la brillantez de la calidad del Washington estadista, su pericia con el pulso político de la nación, todo al mismo tiempo que exhortaba, aconsejaba, advertía, alentaba y lideraba a sus compañeros patriotas en sus esfuerzos comunes.