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Lo más característico en la formación de la América Hispana y el Reino de Chile fue el mestizaje y la consecuente gestación de una sociedad pluriétnica y multicultural. Tres razas, etnias o naciones -españoles, indígenas y africanos- se mezclaron genética y culturalmente desde que Cristóbal Colón abriera un Nuevo Mundo en el imaginario europeo.
En Chile, este proceso se produjo desde la llegada de Diego de Almagro en 1536. El mestizaje durante la Conquista fue principalmente obra de hombres españoles y mujeres indias, ya que la mujer española llegó tardíamente al territorio y de forma reducida. Si bien la Iglesia estipulaba que la reproducción debía realizarse dentro del matrimonio, los conquistadores realizaron prácticas sexuales transgresoras, produciendo una población mestiza y un innumerable número de hijos naturales o huachos.
Gracias a ese proceso, los funcionarios de la Corona, algunos eclesiásticos y personas de la élite, idearon nombres para designar a los hombres y mujeres que nacieron producto de esta primera generación mestiza. Los frutos de las uniones entre el español con la india fueron llamados mestizos; aquellos del español o mestizo con una negra, mulato o pardo y se designó como zambos a quienes nacieron de la relación entre un negro y una india.
A fines del siglo XVI y comienzos del XVII, la introducción de la esclavitud negra en Chile provocó la activa participación del negro en el mestizaje. Desde entonces, se produjo una segunda generación mezclada en que se fusionaron españoles, indígenas y africanos con mestizos, mulatos y zambos. El régimen colonial designó como "castas" a los resultados de las innumerables posibilidades de uniones interraciales que pudieron originarse durante esa época.
Con la intención de ordenar este panorama heterogéneo y variopinto, surgió una nomenclatura de las castas que tuvo su máximo auge durante el siglo XVIII y coincidió con la atmósfera intelectual racional que pretendía clasificar la variedad humana. Si bien el derecho indiano intentó precisar los derechos y deberes de cada uno de estos grupos para mantenerlos aislados, el sistema de castas no se caracterizó por una tajante rigidez.
La abolición del sistema y la nomenclatura de castas en Chile se produjo el 3 de julio de 1818, cuando Bernardo O'Higgins envió una orden a todas las parroquias del Reino exhortando a los párrocos a no registrar las castas en los bautismos y declarar a todos como chilenos. Ese documento se conoce como el "decreto de la chilenidad". De ese modo, las características pluriétnicas y multiculturales de nuestro país se redujeron a una sola categoría englobante.
A fines del siglo XIX y comienzos del XX, la categoría "raza" reemplazó al de castas, aunque cumplió la misma función: separar a los individuos por sus diferencias físicas o biológicas. En un contexto nacionalista, intelectuales como Nicolás Palacios Rubios y Francisco Antonio Encina introdujeron las ideas del racismo científico y propusieron la idea de Chile como un país con una identidad predominantemente blanca. Sus obras se caracterizan por la negación del mestizaje y del aporte de los africanos en nuestro país.