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Explicación:
Un componente importante del patrimonio cultural material arqueológico está dado por los llamados petroglifos. Estos son simbolismos grabados en rocas, con antigüedades muy diversas desde el neolítico hasta tiempos modernos y cercanos a la colonia. Expresan formas de comunicación cuyos símbolos son considerados como los antecedentes a la escritura actual. Para algunas clasificaciones es considerado como arte rupestre (junto con la pictografía). Muchos de sus diseños han facilitado la comprensión de manifestaciones de vida de los antepasados (actividades de caza, pesca, agricultura, intercambio, fauna, flora, vestimenta, relaciones humanas, entre otros).
Entre las grandes ventajas que tiene el Perú en patrimonio cultural también se hacen presentes los petroglifos. Son miles los que existen en el país, distribuidos en diversos territorios y en su mayoría escasamente estudiados y muchos ya deteriorados. Cabe resaltar en particular los aportes de Rainer Hostnig, austriaco amante del Perú y su invalorable patrimonio, llamando la atención sobre su gran valor cultural.
Basta mencionar algunos casos como Nazca con unos 110 petroglifos (con 2,700 años), los de Toro Muerto, en Corire, Arequipa, con miles de figuras dispersas en varios kilómetros. Y otros sistemas de petroglifos similares en Carabaya, Chumbivilcas, Apurímac, Moquegua, para señalar algunos lugares.
En esta ocasión en particular cabe resaltar los petroglifos de Huancor, ubicados en la carretera de Chincha a la sierra de Huachos (km. 31), en el distrito de Alto Larán, de los cuales se dice que constituye una de las manifestaciones más antiguas del Perú (4,000 años) y que otorga mayor evidencia sobre la existencia de la cultura Chincha (según Guillermo Lumbreras) con gran influencia hacia otras zonas como Cañete de acuerdo a la existencia de otros petroglifos. En todos los casos la figura del jaguar o chinchay se presenta como predominante, representando el dios de los Chinchas, también adorado luego por los Incas, en lo que hoy es conocido como Kenko en Cusco. El uso del Quipu expresado en una de sus figuras añade argumento de que este instrumento de medición tuvo un origen pre-inca. Igualmente parte de los petroglifos refuerza el conocimiento de que los Chinchas fueron notables navegantes, comerciantes y pescadores, con el uso de caballitos de totora. Se dice que el periodo precolombino tanto Chincha hasta Pisco estuvieron atiborrados de este medio de transporte y que los Chinchas fueron grandes mercaderes, que en sus transacciones usaron láminas de cobre, junto con el mullu o spondylus.
Otras capacidades se destacan en los Chinchas como las técnicas agrícolas de sembrío vertical y riego por goteo (cerámicas porosas de barro) en el desierto, la construcción de acueductos, la andenería, y la crianza y aprovechamiento de camélidos. Si se desea apreciar mejor la riqueza escondida en los petroglifos de Huancor hay que proyectarse hasta el valle costero de Chincha Baja y conocer las pirámides truncas de la sociedad Chincha en sincretismo con la arquitectura inca.
Este escenario que una vez más muestra lo invalorable del patrimonio cultural arqueológico del Perú contrasta con lo poco que se protege e invierte en ponerse en valor tanto para profundizar el conocimiento de estas sociedades como para incorporarlo en el plan de desarrollo territorial de Chincha. El abandono es lamentable y no se aprecia mayor interés y prioridad de las autoridades municipales y regionales para cambiar este estado de cosas. Está en manos de las nuevas autoridades electas que esta constatación pesimista revierta en beneficio de un patrimonio que debiera reforzar la identidad cultural del pueblo chinchano. Igual exigencia habría que hacer a las autoridades nacionales de Cultura para que su preocupación frente al daño irreversible al patrimonio cultural no se quede en Nazca y solo frente a algunos transgresores sino que se extienda a todo el país, priorizando sitios como los de Chincha Baja, tan cerca a la capital.