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Respuesta:
La muerte, cuando llegamos a ser conscientes de su trascendencia, se vuelve, inexorablemente, nuestro peor enemigo, que engendra un poder monstruoso, diabólico, angustiosamente paralizante, el miedo
Pero lo peor es la experiencia de la muerte óntica, la que brota del complejo de culpa.
El libro del Génesis, con el relato del “pecado de Adán y Eva”, ilustra de manera genial las consecuencias del complejo de culpabilidad personal. El texto deja en claro que, mientras la desobediencia humana no afecta a Dios – quien ni siquiera se había enterado de ella-, sí afecta sustancialmente al ser humano que, después de haber roto la comunión amorosa con Aquel del que procede la vida, se siente precipitado en el abismo sin fondo del vacío. Ésta es una muerte mucho muy espantosa que la muerte física, porque la muerte física aniquila la conciencia, pero la muerte óntica permanece consciente y se experimenta como una soledad intolerable. La muerte óntica, consecuencia de la mentira de la serpiente, es sufrida por el ser humano, como una decepción tal que ya no puede fiarse de nadie, por el miedo que le tiene a ser defraudado otra vez. Por consecuencia el hombre, bajo el peso de su pecado, se atrinchera en su soledad, se encierra, se vuelve egoísta y, preso del miedo de morir de nuevo, mata para no morir.