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Por la aplicación de legislación y políticas públicas orientadas a
restringir la autonomía de la Iglesia católica. La leyes de Plutarco
Elías Calles "molestaron" a los obispos, curas, presbíteros, monjes y
monjas, y a los laicos de la "acción católica mexicana" que se
insubordinaron.Los católicos llamaron y realizaron un boicot para no
pagar impuestos, minimizar el consumo de productos comercializados por
el gobierno, no comprar billetes de la Lotería Nacional, ni utilizar
vehículos a fin de no comprar gasolina. Esto causó severos daños a la
economía nacional, al tiempo que sirvió para que las posiciones de
distintos grupos dentro de la propia Iglesia católica en México se
radicalizaran como los "cristeros" de San José de Gracia, Michoacán, al
centro con sable Anatolio Partida, a la derecha, Honorato González. La
radicalización hizo que en zonas de los estados de Guanajuato, Jalisco,
Querétaro, Aguascalientes, Nayarit, Colima, Michoacán y parte de
Zacatecas, en la Ciudad de México, y en la península de Yucatán creciera
un movimiento social que reivindicaba los derechos de libertad de culto
en México. La dirigencia del movimiento, cercana pero autónoma respecto
de los obispos mexicanos, creyó viable una salida militar al conflicto.
En enero de 1927, empezó el acopio de armas; las primeras guerrillas
estuvieron compuestas por campesinos. El apoyo a los grupos armados fue
creciendo, cada vez se unían más personas a las proclamas de ¡Viva
Cristo Rey! y ¡Viva Santa María de Guadalupe! lanzadas por quienes
fueron conocidos como los cristeros.
La guerra cristera dejó una huella profunda en la vida pública mexicana. En un sentido, dejó en clara la disposición de grupos de laicos dentro de la Iglesia a confrontarse con los líderes de ésta. Las autoridades civiles debieron reconocer la imposibilidad práctica del modelo de relaciones Estado-Iglesia definido por la original Constitución de 1917. Los líderes formales del catolicismo mexicano, especialmente sus obispos, fueron obligados a desarrollar estrategias autónomas de organización y financiamiento de sus actividades. Este modelo, sin paralelo en América Latina, ha hecho del catolicismo mexicano un caso atípico cuando se le compara con las experiencias del catolicismo en el resto de hispanoamérica.
Otra consecuencia clave de la guerra cristera para el futuro de México lo fue la de su contribución a la conformación de movimiento social y partido político de distinta orientación ideológica. El más importante de todos fue, durante la década de los treinta, el sinarquismo, como un movimiento social de base católica y campesina, que nutrió primero a la Unión Nacional Sinarquista, y, ya durante las décadas de los setenta y ochenta del siglo veinte, a varios partidos políticos, como el Partido Demócrata Mexicano y la Unión Nacional Opositora. Esta vertiente, sin embargo, se agotó durante los noventa para terminar fusionándose de manera informal en el Partido Acción Nacional. Saludos
La guerra cristera dejó una huella profunda en la vida pública mexicana. En un sentido, dejó en clara la disposición de grupos de laicos dentro de la Iglesia a confrontarse con los líderes de ésta. Las autoridades civiles debieron reconocer la imposibilidad práctica del modelo de relaciones Estado-Iglesia definido por la original Constitución de 1917. Los líderes formales del catolicismo mexicano, especialmente sus obispos, fueron obligados a desarrollar estrategias autónomas de organización y financiamiento de sus actividades. Este modelo, sin paralelo en América Latina, ha hecho del catolicismo mexicano un caso atípico cuando se le compara con las experiencias del catolicismo en el resto de hispanoamérica.
Otra consecuencia clave de la guerra cristera para el futuro de México lo fue la de su contribución a la conformación de movimiento social y partido político de distinta orientación ideológica. El más importante de todos fue, durante la década de los treinta, el sinarquismo, como un movimiento social de base católica y campesina, que nutrió primero a la Unión Nacional Sinarquista, y, ya durante las décadas de los setenta y ochenta del siglo veinte, a varios partidos políticos, como el Partido Demócrata Mexicano y la Unión Nacional Opositora. Esta vertiente, sin embargo, se agotó durante los noventa para terminar fusionándose de manera informal en el Partido Acción Nacional. Saludos
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