tres conclusiones sobre cómo fue el desarrollo del Perú durante las primeras décadas del siglo xx
Respuestas
Respuesta:
- -la historia republicana del Perú es una época de oportunidades perdidas llevando a pensar, es decir, un país integrado social, cultural y racialmente con instituciones fuertes y estabilidad política y, a partir de allí, una democracia que fue el sueño de los primeros constructores. A principios del siglo XIX, el Perú empezó a llamarse “patria”.
- -en el Perú esta toda la historia y la arqueologia sudamericana antes de la llegada de los españoles, yo creo que la gran presencia de diferentes culturas pre-incas e incas en todo el Perú se haya manifestado en el futuro en su desarrollo ya que para desarrollarse como país se tendria que tener unidad de origen y de pensamiento. segundo: la geografía a la vez tan hermosa y complicada ha hecho que no exista una comunicación viable y por consiguiente el lento desarrollo económico.
- Quiza Brasil, Argentina, Chile paises sudamericanos se desarrollaron más por que su población esta dada por su migración netamente europea y encuanto a su geografía no es igual a la nustra en su mayoria es plana y costera.
Explicación:
A partir de esta constatación básica se tejen varios hilos conductores que anudan los ideales y las prácticas unas veces convergente y otras contradictorias de las derechas en el Perú. Tal como lo expone el autor, pueden rastrearse, según su constitución doctrinal y su composición social (siguiendo a Norberto Bobbio), el privilegio más básico de su definición: libertad individual antes que igualdad social, concepto que está presente desde principios del siglo XX en la intelectualidad de la república aristocrática y permanece hasta el principio del siglo XXI en la tecnocracia que acompañó al fujimorismo y al gobierno de Pedro Pablo Kuczynski. Si entendemos en cambio a la derecha por la praxis de sus actores, más que por la doctrina o el origen social de sus miembros, las derechas pueden situarse también entre las capas medias y populares de la sociedad peruana, por ejemplo, por el arraigo popular del odriísmo, el fujimorismo y el acuñismo, que enlazan su relación con las masas por prácticas redistributivas “populistas”, clientelistas y autoritarias, que le permiten tener no solo un nicho electoral sino también emocional con ellas.Otra manera de entender a las derechas, señala el autor, es en función de los contextos internacionales y las corrientes ideológicas, que han privilegiado por momentos su relación el liberalismo, la socialdemocracia o la relación entre Estado y mercado. Esta última relación es muy instructiva en torno a la ubicación y la precariedad ideológica de los partidos políticos en el Perú, porque pueden abarcar tanto a los grupos de derecha como de izquierda en un punto básico: el hegemónico cuestionamiento del papel del Estado en el mercado. Este aspecto, señala el autor, es cardinal en la identidad del aprismo durante el segundo gobierno de Alan García con su filosofía del perro del hortelano, llevándolo a un callejón sin salida en la vía de afirmarse como una opción de derechas que curiosamente varios de sus militantes aún se reclama como de centro izquierda. El autor considera sin embargo que los virajes y zigzagueos del aprismo según el contexto, responde a lo que un historiador aprista llama la política en estado puro o la necesidad de adecuar la acción al momento. En un afán por cohesionar los aspectos cardinales de la acción al principio filosófico del aprismo, Zapata explica que una característica propia del aprismo en el espectro de los partidos políticos y más de derecha, es hacer política sobre una base doctrinal que tenga como base el favorecimiento del desarrollo y la justicia social (p. 41), una actitud que se halla presente en Haya de la Torre y que actualmente varios miembros del partido aprista dicen que Alan García no haría más que reproducirla. Otra manera de entender a las derechas, señala el autor, es en función de los contextos internacionales y las corrientes ideológicas, que han privilegiado por momentos su relación el liberalismo, la socialdemocracia o la relación entre Estado y mercado. Esta última relación es muy instructiva en torno a la ubicación y la precariedad ideológica de los partidos políticos en el Perú, porque pueden abarcar tanto a los grupos de derecha como de izquierda en un punto básico: el hegemónico cuestionamiento del papel del Estado en el mercado. Este aspecto, señala el autor, es cardinal en la identidad del aprismo durante el segundo gobierno de Alan García con su filosofía del perro del hortelano, llevándolo a un callejón sin salida en la vía de afirmarse como una opción de derechas que curiosamente varios de sus militantes aún se reclama como de centro izquierda. El autor considera sin embargo que los virajes y zigzagueos del aprismo según el contexto, responde a lo que un historiador aprista llama la política en estado puro o la necesidad de adecuar la acción al momento. En un afán por cohesionar los aspectos cardinales de la acción al principio filosófico del aprismo, Zapata explica que una característica propia del aprismo en el espectro de los partidos políticos y más de derecha, es hacer política sobre una base doctrinal que tenga como base el favorecimiento del desarrollo y la justicia social (p. 41), una actitud que se halla presente en Haya de la Torre y que actualmente varios miembros del partido aprista dicen que Alan García no haría más que reproducirla. En esta última frontera el autor traza precisamente un aspecto que también articula, más allá de las distinciones que tienen las derechas entre sí, sus tensas relaciones con la democracia. Para el autor las derechas aristocráticas doctrinarias y tecnocráticas, como el Partido Aprista y los populismos militaristas de Benavides, Odría y del propio fujimorismo (versión Alberto o Keiko), no son democráticas sino autoritarias, en grado mayor o menor, estas aparecen afectadas por un rasgo estructural que acentúa jerarquías, racismo y clasismo como fundamentos reproductivos del orden establecido.