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La Cultura Arabe se ubicó en Arabia, una península situada entre el Mar Rojo y el Golfo Pérsico, al suroeste de Asia. Por su clima árido, Arabia es un desierto donde la agricultura sólo es posible en algunos lugares de la costa y en los oasis del interior.
Hasta el siglo VII, la Península de Arabia estuvo apartada de los grandes centros históricos: sólo era un lugar de paso de las rutas de caravanas que venían de Oriente trayendo especias, sedas y otras mercancías.
Los árabes que habitaban la península era de raza semita. La mayoría eran beduinos: nómades dedicados al pastoreo de cabras y camellos. Por eso existían pocas ciudades en Arabia: Yatrib y la meca eran los centros comerciales más importantes.
Organizados en tribus rivales, los árabes no formaban un país. Cada tribu tenía sus propios intereses y sus propias creencias; algunos era fetichistas; otros, en cambio, politeístas. Sin embargo, la mayoría le rendía culto a una misteriosa piedra: la Piedra Negra, en el santuario de la Kaaba, en la Meca. Este rudo pueblo estuvo destinado a difundir una brillante civilización desde que fue unido por una religión común predicada por un profeta: Mahoma.
VESTIMENTA
Los trajes típicos árabes
Los países musulmanes se reparten entre África y Asia, aunque los principales se sitúan en el continente africano, entre ellos Egipto, Libia, Túnez, Argelia, Marruecos, Sudán, Chad, Malí y Mauritania. En la península arábiga destacamos países como Arabia Saudita, Qatar o los Emiratos Árabes Unidos, entre muchos otros.
La vestimenta masculina, por su parte, debe cubrir todo el cuerpo desde el ombligo hasta la rodilla y no deben usar ni seda ni oro. La ropa de los hombres ha de ser modesta, digna y suelta, no ceñida al cuerpo. En muchos países musulmanes, los hombres utilizan una túnica a diario.
A partir el siglo VII, cuando la nueva religión del islam empezaba a propagarse desde la península arábiga hacia Occidente, hasta el presente, Albert Hourani despliega con eficacia y con una amplia documentación la historia de los pueblos árabes, así como su relación con los grandes temas de la historia mundial. Hourani describe la expansión del monoteísmo y del idioma árabe, hablado en países tan diferentes como Egipto, Siria o Marruecos, y cuya impronta ha quedado profundamente grabada en la lengua española, así como la creación del poderoso Imperio otomano y su desintegración, la expansión del comercio europeo durante el siglo XIX, el surgimiento de los nacionalismos y los Estados-nación.