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Respuesta: para En nuestro recorrido por la tabla periódica en la serie Conoce tus elementos hemos hablado ya de los distintos isótopos de cada elemento (átomos del mismo elemento pero con diferente número de neutrones), y de cómo algunos de ellos son estables y otros inestables. La razón de que esto suceda en unos sí y otros no es compleja y tiene que ver con la mecánica cuántica. Si leíste la entrada del pozo de potencial finito recordarás que una partícula encerrada por un potencial finito, sea del tipo que sea, siempre tiene una probabilidad de escapar de él: es posible determinar muy bien cuál es esa probabilidad utilizando la mecánica cuántica, pero absoluta y totalmente imposible determinar con seguridad cuándo va a escapar la partícula, o si lo va a hacer seguro o no. Y esto, de acuerdo con las interpretaciones más extendidas de la cuántica, no se debe a que nos falten cosas por saber de esa partícula o del sistema en general, sino a la propia naturaleza cuántica y, por tanto, “borrosa”, del Universo.
De igual manera, las partículas que constituyen el núcleo atómico de cualquier átomo tienen una probabilidad determinada, que no es exactamente nula para ningún isótopo de ningún elemento, de escapar de las fuerzas que las mantienen juntas. La probabilidad de que alguna de ellas escape en un momento determinado puede calcularse utilizando la mecánica cuántica, y depende de las condiciones del núcleo (fundamentalmente, el número de protones y neutrones, si nada externo afecta al átomo). En el caso de los isótopos estables –por poner un ejemplo de muchos, el helio-4, formado por dos protones y dos neutrones– esa probabilidad es tan absolutamente ridícula que, a todos los efectos, podemos despreciarla: de ahí que digamos simplemente que el helio-4 es estable. Desde luego, no es absolutamente estable, como nada es absolutamente cierto en cuántica, pero para cualquier aplicación de la vida real esa probabilidad es indistinguible de cero.
Pero otros isótopos son muy, muy inestables: esto no quiere decir que estemos completamente seguros de que algo va a escapar del núcleo, pero sí que la probabilidad para un tiempo determinado es muy parecida a uno. Esto sucede, por poner un ejemplo, con el carbono-8 (que tiene seis protones y dos neutrones). La probabilidad de que ese núcleo deje de serlo en un segundo es, para cualquier efecto práctico, del 100%. Claro está, hay otros isótopos que no son ni tan estables como el helio-4 ni tan inestables como el carbono-8, de modo que es posible (y necesario) medir cuantitativamente este grado de inestabilidad.