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Respuesta:
Aquí hay un ejemplo de este tipo ;)
Del Diván de Abulcasím el Hadramí
Por Jorge Luis Borges, El hacedor (1960)
El poeta declara su nombradía
El círculo del cielo mide mi gloria,
las bibliotecas del Oriente se disputan mis versos,
los emires me buscan para llenarme de oro la boca,
los ángeles ya saben de memoria mi último zéjel.
Mis instrumentos de trabajo son la humillación y la angustia;
ojalá yo hubiera nacido muerto.
Explicación:
EJEMPLOS DEL YO LÍRICO
Del Diván de Abulcasím el Hadramí
Por Jorge Luis Borges, El hacedor (1960)
El poeta declara su nombradía
El círculo del cielo mide mi gloria,
las bibliotecas del Oriente se disputan mis versos,
los emires me buscan para llenarme de oro la boca,
los ángeles ya saben de memoria mi último zéjel.
Mis instrumentos de trabajo son la humillación y la angustia;
ojalá yo hubiera nacido muerto.
La Soledad Lírica
Por Esteban Agüero
Solo como antes, solo,
solo contigo, verso,
compañero,
mirando las cosas que nos miran,
y soñando sueños;
eligiendo el lugar más soledoso,
y más envejecido de silencio,
sombra de molle, rinconcito agreste
en la maraña de los duros cerros.
Y solo, con los brazos libres,
con mis pasos lentos,
desdeñando la charla de las gentes,
y midiendo con el sol el tiempo.
¡Oh! esta soledad que es carne mía,
que me hace bueno y nuevo,
deliciosa de gustar la vida
con la boca viva de los sueños;
que me hace eje diamantino y puro del universo,
lengua olorosa de las cosas mudas,
y alocado centro
¡Oh! esta soledad en compañía del Verso,
que es corazón del corazón fragante,
musical espejo,
y mirada de Dios en las pupilas
de mis ojos nuevos.
Con Él andamos en soledad amable
y en holganza rural de sentimientos;
lejos del mundo, lejos de todo, lejos
descifrando minúsculos secretos.
Poema 1
Por Pablo Neruda
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.
Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.
Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!
Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.
Un día estás, al otro no
Por Roger Wolfe, Arde Babilonia (1994)
Un día estás, al otro no
Un día estás, al otro no
El humo cuelga en la estancia
como un chiste malo.
de familias rotas
desde los altavoces:
«La verdad es que sólo están contentos
cuando sienten dolor.
Por eso se casaron…»
¿Y yo? Yo no digo nada.
Apago el cigarro.
Otro día va a morir.