Respuestas
Respuesta:
Explicación:
Era una pequeña playa de con acantilados rocosos y sin ninguna vegetación; era una de esas playas de esas que están muy alejadas de todo, de esas que tienen un difícil acceso.
Las últimas luces del día permitían ver que en las frías arenas había poco más de un centenar de banderines clavados, dispersos en forma irregular; estaban bastante desgastados por el tiempo, incluso había algunos rotos. Tal vez esos banderines estuvieron ahí desde siempre - pensé; aunque eso es poco probable.
El día había sido frío, así que supuse que la noche sería gélida, con un frío de esos que hielan los huesos; así, a mi mente vino la idea de hacer una gran fogata; ¡esos banderines serían perfectos como leña! - pensé; así que procedí a arrancarlos.
Me extrañó lo firmemente sujetos que estaban, como si estuvieran clavados a algo mucho más sustancioso que la fina y poco sustanciosa arena. Sin embargo, con algo de fuerza conseguí arrancarlos de cuajo.
La oscuridad comenzaba a imponerse rápidamente, así que cavé un pequeño foso y encendí el fuego, sin embargo todavía tenía pocos banderines; no me alcanzarían para toda la noche y el frío y el viento ya estaban más que fuerte, así que fui a buscar más banderines.
No sé cuánto tiempo paso, pero realmente ya había oscurecido; uno pierde la noción del tiempo cuando está imbuido en una tarea como esta. Cada vez que me alejaba de la fogata era entrar a lo oscuro; esto era bastante desagradable, pero mi intención era la de hacerme con más madera para mi fogata.
Ahora en la profunda oscuridad, era difícil encontrar estos banderines, era una noche sin luna, la inmensidad del horizonte oceánico era de un uniforme e interminable color negro; sólo allá a lo lejos brillaba mi menguante fogata enterrada en su pequeño foso protector; decidí no alejarme demasiado de la fogata, sin embargo los banderines cada vez parecían estar más lejos, más dispersos, más difíciles de encontrar.
Así, caminando con unos pocos banderines en los brazos de repente... me fui al suelo!, los banderines volaron por los aires; había caído en un pozo, debería tener más de un metro de profundidad y cabía perfectamente un cuerpo entero en el mismo. Me dije a mi mismo, -¡cómo es que no lo viste!
Me levanté trabajosamente, tomé los pocos banderines que pude encontrar y comencé a acercarme directamente a mi fogata, único punto de luz que había. En mi camino comencé a notar que había varios de esos pozos; había demasiados, todos extrañamente similares en tamaño, todos muy parecidos entre sí; no puedo explicar cómo fue que no los noté antes, cuando había luz.
Al llegar a la fogata, empecé a tirar los banderines al fuego; uno por uno, tratando de administrarlos bien. Noté que había uno estaba en buenas condiciones, parecía estar intacto; noté que estaba finamente trabajado, en un extremo tenía una empuñadura y en el otro, una punta metálica.
Ahí noté que los banderines que quemaban en realidad eran antiguas lanzas; ¡me encontraba en un viejo campo de batalla! Al fin comprendí la razón de esos pozos; al retirar esas lanzas había despertado un viejo conflicto, que nunca había tenido una correcta finalización; un conflicto que algún poder superior había congelado en el tiempo.
Fue en ese instante que me di cuenta de que no estaba sólo, las sombras que me rodeaban así me lo hicieron sentir.