• Asignatura: Castellano
  • Autor: mica2810
  • hace 8 años

Inventar un cuento de ciencia Ficcion​

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Respuesta dada por: Aluath
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Respuesta:

Érase una vez un niño llamado Daniel, que era muy fanático a los video juegos.

Al salir de la escuela fue corriendo a la tienda donde podía jugarlos, pero cuando llegó, solo quedaban dos máquinas disponibles y una de ellas estaba con un letrero de «fuera de servicio».

Corrió hacia la que estaba operativa, pero un chico le ganó la carrera, y Daniel, en lugar de irse a casa, empezó a curiosear una máquina averiada de realidad virtual.

No supo qué tocó pero lo siguiente que vió fue un rayo de luz azul y en unos segundos estaba en un lugar totalmente distinto.

Todo a su alrededor era de colores vivos y comenzaron a aparecer figuras cuadriculadas que formaban torres y caminos. Además, justo enfrente de Daniel apareció un enorme pasillo que le hizo recordar las autopistas.

Al caminar por ese pasillo vio una galleta flotando y tuvo la intuición de que debía tomarla. La agarró y se la comió.

Al hacerlo, escuchó un sonido: «clin». De repente empezó a ver en su parte superior derecha unos números que comenzaron a cambiar (una cuenta que crecía).

Le pareció extraño, pero siguió avanzando. Vio otra galleta, repitió la operación y obtuvo el mismo resultado: un clin y la cuenta volvió a aumentar.

Entonces entendió que se trataba de una especie de reto, como los que acostumbraba a ver en los videojuegos. Eso lo emocionó y empezó a buscar en todos los recovecos las galletas para así sumar puntos. La cuenta aumentaba.

También notó que en el lado izquierdo superior del pasillo, había tres círculos verdes. En su recorrido, encontró algo que no había visto hasta ahora: una planta en un maceta enorme.

Parecía normal, pero estaba algo fuera de lugar. Se acercó, la tocó, la planta pareció tomar vida y se le lanzó encima. Solo pudo ver unos enormes dientes afilados y al segundo siguiente: oscuridad.

Se despertó justo en el inicio del pasillo donde estaba la planta. La vio de nuevo pero esta vez no la tocó. Notó que ya solo quedaban dos círculos verdes en la parte superior izquierda.

Avanzó entonces y volvió a ver varias macetas como la primera, pero las ignoró y esquivó a todas.

De repente encontró una puerta distinta a las anteriores. La abrió y el ambiente cambió; las paredes ya no eran azules, sino de un verde centellante y el piso ya no era sólido, sino más bien era una especie de red que formaba un puente colgante.

Se trataba de un puente muy estrecho donde solo podía caminar con un pie frente al otro.

Al intentar atravesarlo, empezaron a salir desde abajo unas especie de dardos que amenazaban con derribarlo. Uno lo logró.

Volvió a despertar frente a la puerta singular. La abrió y de nuevo el puente. Subió la mirada y ya solo quedaba un círculo verde en el lado izquierdo.

Respiró profundo y se preparó para cruzar. Logró llegar hasta el otro extremo y allí había otra puerta.

La abrió y se encontró con unos pedazos de metal flotando como nubes suspendidas. Esos pedazos de metal formaban un camino.

Para atravesar ese espacio, debía saltar de un peldaño a otro. Así lo hizo, y a mitad de camino empezó a notar que ahora caían dardos desde distintas direcciones.

Pero Daniel se concentró, saltó y saltó hasta que logró la meta. Otra puerta. Al abrir esta puerta vio una luz muy brillante que no puedo resistir. Tuvo que cerrar los ojos.

Cuando volvió a abrirlos, estaba en el suelo viendo el techo de la tienda. Había mucha gente a su alrededor examinándolo.

Daniel había recibido una descarga eléctrica cuando curioseaba la máquina averiada.

Todos creían que había sido una experiencia dolorosa, pero Daniel sentía que esa había sido la aventura de su vida. ¿A qué videojuego había jugado?

Explicación:

Respuesta dada por: 917952388
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Respuesta:

Mi querido planeta

GHi2 vivía en Europa, una luna del planeta Júpiter.

Vivía con su familia e iba a la escuela todos los días. De todo lo que le enseñaban allí, lo que más le gustaba era aprender los distintos dialectos que se hablaban en el universo.

Soñaba con poder hablar con seres de distintos planetas.

Le encantaba hablar con los habitantes de Mintaka1, un satélite que orbita una de las estrellas de KitúnP4. Le gustaba cómo sonaban sus palabras  y cómo brillaban sus dientes cuando hablaban.

También disfrutaba jugando con los chicos de Centauri. Eran chicos fuertes pero muy caballerosos, valientes y divertidos. Cada vez que podía, se escapaba un rato para jugar con ellos.

Pero su aventura favorita era imaginar que visitaba el planeta azul, un planeta del que siempre le habían hablado maravillas y que le causaba mucha curiosidad.

No entendía por qué ese planeta tenía tantos habitantes y ninguno había ido a visitar Europa nunca.

Así creció; soñando, jugando y aprendiendo mucho. Estudió y se esforzó bastante hasta que un día su sueño se hizo realidad: fue escogida para viajar y explorar el planeta azul.

La tarea tenía que efectuarse en total sigilo. Nadie podía notar su presencia. Así lo hizo durante algunos meses.

En cada visita se enamoraba más de aquel planeta que tenía mucha vida, color, mares, ríos y montañas.

GHi2 respiraba con dificultad cuando se quitaba su casco protector, pero eso no le importaba. Prefería ver el hermoso paisaje sin el cristal de por medio.

No entendía por qué los habitantes de ese planeta no podían ver lo hermoso que era su entorno y siempre que llegaban a un nuevo espacio, lo dejaba menos bello, maltratado y casi muerto.

Un día, mientras contemplaba el paisaje, se le olvidó esconderse y un niño la vio. El pequeño se quedó observándola con mucho detalle y cuando ella lo notó ya era tarde para esconderse.

GHi2 decidió acercase a él, e intentar hablarle pero el niño no entendía lo que decía. Entonces intentó dibujar en la arena lo que ella trataba de decirle. Funcionó.

El niño entendió que ella venía en son de paz desde otro planeta.

Desde ese momento, el par de amigos interplanetarios se las ingenió para comunicarse a través de dibujos y así se contaron muchas cosas.

Con el tiempo, entendieron algunas de las palabras que cada uno usaba y compartieron sus experiencias y sus dudas.

El niño, llamado Jaison, empezó a apreciar más su propio planeta gracias a lo que ella le contaba. Y ella, empezó a creer que los humanos no eran tan primitivos como se creía en su galaxia.

Jaison le pidió a su amiga GHi2, que lo llevara a su planeta, al menos por un rato.

GHi2 pidió autorización a sus superiores, pero ellos se negaron rotundamente.

Sin embargo, ella quería complacer a su amigo, así que lo llevó en su nave espacial, con la única condición de que no saliera de allí para nada y que solamente tenía derecho a mirar.

Jaison obedeció. Desde esa nave conoció el enorme planeta naranja de la chica y estando allí notó lo hermoso que era su propio planeta.

Fue así como Jaison se transformó en uno de los principales defensores del medio ambiente en la tierra, y en embajador del planeta en el Consejo Universal que se formó con el pasar de los años.

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