• Asignatura: Religión
  • Autor: carlosdavidzm16
  • hace 8 años

parabola donde hay buen trato a la mujer

Respuestas

Respuesta dada por: ivannasaraipr
0

Respuesta: la mujer Samaritana


ivannasaraipr: espero te ayude!!
Respuesta dada por: ashleybolivar142
1

Para entender la actitud de Jesús ante la mujer es imprescindible conocer las

costumbres de su época. Pues en caso contrario corremos el riesgo de no entender

sus actitudes y aun de interpretarlas mal.

En este punto, como en tantos otros, con Jesús llega a la cumbre ese largo proceso

por el que, a partir de una realidad existente, Dios había ido revelando un ideal: la

total dignificación de la mujer.

La mujer en tiempo de Jesús

En aquel tiempo la mujer no tenía participación alguna en la vida pública. Y esto se

manifestaba en una serie de costumbres, que resultaban en extremo duras y

humillantes.

Por ejemplo, cuando la mujer de Jerusalén salía a la calle, tenía que llevar la cara

tapada, cubierta con dos velos, de forma que no se pudiera distinguir su rostro.

Esta costumbre se observaba con tal severidad que, si una mujer salía a la calle sin

cubrirse la cara y la cabeza, el marido tenía el derecho, y hasta el deber, de echarla

de su casa y divorciarse, sin pagarle nada.

Se prohibía mirar a una mujer casada e incluso saludarla y más aun encontrarse

con ella a solas en la calle. Una mujer que conversara con todo el mundo de la

calle, o que se pusiera a coser en la puerta de su casa, podía ser repudiada por el

marido y, además, sin recibir el pago acordado en el contrato matrimonial. Más

aún, se prefería que la mujer, sobre todo si era joven, no saliese a la calle. Por eso,

cuenta Filón, un autor de aquel tiempo, que la vida pública estaba hecha sólo para

los hombres, mientras que las mujeres honradas tenían como límite la puerta de su

casa. En el caso de las jóvenes el límite era el de sus aposentos o habitaciones,

pues se quería que no salieran a donde estaba la gente.

Las mujeres tenían prohibido andar solas por los campos. Resultaba sencillamente

impensable que un hombre se pusiera a hablar a solas con una mujer en el campo.

Pero más importante que todo lo anterior era el poder que, de hecho, ejercía el

padre, y sólo el padre, sobre sus hijas. Si éstas eran menores de doce años, él

tenía un poder absoluto sobre ellas, hasta el punto de que podía incluso venderlas

como esclavas. Además, el padre tenía el derecho exclusivo de aceptar o rechazar

una petición de matrimonio para una hija suya y, hasta la edad de doce años y

medio, la chica no podía rechazar un matrimonio concertado por el padre. Cuando

una mujer se casaba, pasaba del poder del padre al del marido.

Estaba permitida la poligamia. Una mujer casada no se podía oponer a que bajo su

mismo techo vivieran una o más concubinas de su marido. En cambio, si ella era

sorprendida en adulterio, el marido tenía el derecho de matarla.

Además, el derecho a pedir y exigir el divorcio estaba solamente de parte del

marido, como ya hemos visto. Y por si todo esto fuera poco, cuando la mujer se

quedaba viuda y sin haber tenido hijos, todavía después de muerto el marido

seguía dependiendo de él, porque la ley mandaba que la viuda sin hijos se casara  

con un hermano del difunto esposo para poder dejar así un hijo al finado (Dt 25,5-

echaron en cara que tuviera líos con mujeres.  

Explicación:

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