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La enfermedad celiaca, también conocida como celiaquía o enteropatía sensible al gluten, se caracteriza por una inflamación de la mucosa del intestino delgado como consecuencia de una intolerancia inmunológica y permanente al gluten ingerido de la cebada, del trigo, el centeno y, en aquellos que tienen predisposición genética a sufrir la enfermedad, también a la avena.
La enfermedad celiaca es el resultado final de tres procesos que culminan en el daño de la mucosa intestinal: por un lado la predisposición genética, el sistema inmunológico del individuo y los factores medioambientales. "En este último caso me refiero al gluten, que se define como la fracción proteica que se encuentra exclusivamente en el trigo, cebada, centeno y avena. El gluten tiene cuatro componentes proteicos (gliadinas, gluteninas, albúminas y globulinas), de las cuales las gliadinas (alfa, beta, gama y omega) y las gluteninas son las proteínas más abundantes del grano de trigo. Estas gluteninas son las responsables del daño intestinal en el enfermo celiaco"
La celiaquía puede tener síntomas muy diferentes. Sin embargo, los más comunes son la pérdida de apetito y, por tanto, de peso, fatiga, vómitos, diarrea, distensión abdominal, retraso del crecimiento, pérdida de masa muscular, anemia o alteraciones del estado de ánimo que pueden llevar a que en distintos momentos el celiaco está apático, irascible, triste o entre en periodos de introversión.
La evolución de los síntomas está supeditada a un factor: la edad.
Durante la infancia los síntomas más comunes suelen ser:
Pelo frágil.
Vómitos.
Hipotrofia muscular en muslos, nalgas y brazos.
Diarreas.
Anorexia.
Distensión abdominal.
Astenia.
Irritabilidad.
Introversión.
Retraso en el crecimiento.
Leucopenia
En la adolescencia muchos de estos síntomas evolucionan. Los celiacos adolescentes pueden tener:
Hepatitis.
Cefaleas.
Anemia ferropénica.
Estreñimiento.
Diarrea.
Dermatitis atópica.
Estomatitis aftosa.
Retraso puberal
Dolor abdominal.
Artritis crónica juvenil.
Menarquía tardía.
Por último, en la edad adulta se recuperan algunos de los síntomas que pueden aparecer en la infancia:
Estreñimiento.
Diarrea.
Astenia.
Irritabilidad.
Inapetencia.
Apatía.
Depresión.