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Energía
Durante el primer año de vida y la adolescencia se produce un periodo de crecimiento rápido. A partir del primer año se estabiliza, por lo que el gasto energético es menor. El niño que realiza más actividad física puede tomar más alimentos, aumentando así el aporte de vitaminas y minerales. La actividad física en esta edad es fundamental para prevenir el sobrepeso u obesidad infantil.
Desde el nacimiento hasta los 10 años no se establecen diferencias entre sexos pero, a partir de esta edad las ingestas recomendadas varían entre chicos y chicas por las diferencias asociadas a la pubertad, cambios de composición corporal y actividad física.
En cambio, en la adolescencia aumentan las necesidades energéticas por el crecimiento rápido y, si no se cubren, pueden aparecer retrasos en el crecimiento (altura inferior a la establecida genéticamente) y en la maduración. Esta etapa coincide con la maduración sexual donde se produce un aumento de talla y peso, así como modificaciones en el porcentaje de grasa corporal y distribución.
Por todo ello, en el adolescente las necesidades energéticas se calculan de forma individual dependiendo de la edad, sexo y actividad física.