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Respuesta:Smith era escocés y se formó en las universidades de Glasgow y Oxford. En la primera fue profesor de Lógica y de Filosofía Moral. En el año 1776 publicó su obra principal: La riqueza de las naciones. Smith abordó a la economía desde la filosofía. Era un ferviente defensor de las leyes de la naturaleza, del orden natural, y cuestionaba las imperfecciones de las instituciones humanas. Para él la conducta humana obedece de manera natural a las siguientes motivaciones: el egoísmo, la conmiseración, el derecho de ser libre, el sentido de la propiedad, el hábito del trabajo y la tendencia al intercambio. Si al hombre se lo deja en libertad, no sólo conseguirá su propio beneficio, sino también impulsará el bien común. Así Smith justificaba su reivindicación de dejar en libertad las relaciones de intercambio entre los hombres. El libre juego de las motivaciones nombradas conduce a un equilibrio natural. Cada individuo al buscar su provecho individual «es conducido por una mano invisible a promover un fin que no entraba en su propósito», el bienestar general. Dice al respecto: «nunca he sabido que hiciesen mucho bien aquellos afectos a trabajar por el bien público». Todo esto da pie a uno de los fundamentos del pensamiento liberal acerca de la libre interacción entre oferentes y demandantes en los mercados, sin ningún tipo de intervenciones estatales sobre ellos. A Smith también le preocupó el origen del valor de las mercancías y sobre la base de ideas dejadas por William Petty (1623-1687) y Richard Cantillon (1680-1734) elaboró la Teoría del valor-trabajo, la cual considera que el origen del valor de intercambio (valor de cambio) de las mercancías está en el trabajo del hombre. Divide al valor en dos: el "valor de uso" que es la utilidad que posee un objeto determinado, mientras que el "valor de cambio" es la capacidad de un objeto para ser intercambiado por otros y está determinado por el tiempo de trabajo humano incorporado en su producción. Por otra parte, le inquietaba que mientras los seres humanos se reproducían, la tierra no lo hacía, lo cual provocaría en algún momento del tiempo una situación de escasez de alimentos. Para esto proponía que los salarios en la economía debían ser de subsistencia, o sea, lo necesario para la subsistencia del trabajador y su familia. Consideraba que si el ingreso de las familias fuese mayor al de subsistencia, el crecimiento poblacional se aceleraría. Algo que observaba en su época era que se había pasado de la producción artesanal, en la cual un mismo artesano realizaba todas las operaciones, a una división del trabajo, en la cual cada operario realizaba una sola operación, como por ejemplo, hacer puntas de alfileres. Esto permitía que quien lo hiciera se especializara en dicha operación, mejorando los tiempos de producción y la calidad de lo elaborado. Cualquier productor que buscara su beneficio individual se vería obligado a dividir el trabajo de su empresa y de esta manera estaría maximizando la producción de toda la economía. Eran las motivaciones de la conducta humana las que garantizarían el crecimiento permanente del todavía entonces incipiente capitalismo británico. Decía: «En un sistema de laissez-faire, el aceite del interés personal mantiene funcionando milagrosamente los engranajes económicos. No es necesario un planificador [...]. El mercado resuelve todos nuestros problemas». Así se afirma que Smith era un optimista acerca del futuro de las economías, ya que su crecimiento permanente estaba garantizado por las motivaciones de la conducta humana y la división del trabajo
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