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Los historiadores califican este episodio como uno de los más lamentables de nuestra vida política y diplomática. Y también como una de las gotas que colmó el vaso del llamado período Progresista (una suerte de conservadurismo ‘light’, post García Moreno 1875-1895). El escándalo de la venta de la Bandera, de finales de 1894, dio el empujón final para que la Revolución Liberal de Eloy Alfaro tomara forma y se instituyera en el Ecuador para los próximos 17 años. Historiadores como Enrique Ayala Mora y Gonzalo Ortiz Crespo cuentan como el entonces gobernador del Guayas, José María Plácido Caamaño (quien fuera también años atrás Presidente de la República) participó en una cuestionable triangulación que permitió al Gobierno de Chile vender al Japón un barco de su Armada (el crucero de guerra Esmeralda), utilizando la bandera del Ecuador. Chile había declarado su neutralidad en el conflicto bélico que ese país asiático libraba con China y, por tanto, no podía proveer de armamento ni de flota a ninguno de los dos países. Así qué Japón, Chile y un banco estadounidense vieron en el Ecuador, que no se había pronunciado en esa guerra, al intermediario ideal para dicha transacción. Fue contactado el influyente gobernador Caamaño, de muy buenas relaciones con Chile, quien además trabajó de cerca con el cónsul ecuatoriano en Valparaíso, Luis Noguera. El paso en falso que cometieron Caamaño y Noguera fue permitir que luego de la venta a Ecuador del Esmeralda y de la inmediata reventa de este al Japón la embarcación zarpara de Chile izando la bandera ecuatoriana y no la japonesa como era lo lógico. El escándalo se desató luego de que un ecuatoriano desterrado a Chile, Juan Murillo, se enterara de la triangulación. En su reclamo, recogido por la prensa y por la opinión pública de entonces, se conoció del contrato de venta del barco, despertándose un inmenso descontento en Ecuador. Estudiosos de este episodio, como Jaime Galarza Zavala, argumentan que el negociado le permitió a los intermediarios ecuatorianos y al banco estadounidense tener una ganancia de 80 000 libras esterlinas. Caamaño huyó a España para sortear las críticas y la vergüenza. Desde Panamá, donde permanecía exiliado antes de su entrada triunfante en Guayaquil (junio de 1895), el general Eloy Alfaro rechazó este supuesto negociado. Mientras que el Presidente de la República, Luis Cordero Crespo, adujo total desconocimiento de esa operación. Enseguida se cayó su gobierno que en la crítica política de la época era conocido como el último de ‘La Argolla’... ¿A qué viene todo este relato? A que al igual que el presidente Cordero (incluso años después la Justicia en la época alfarista lo libró de culpa en este escándalo), el presidente Rafael Correa ha dicho desconocer el extraño trámite que el cónsul en Londres, Fidel Narváez, realizó para extender el salvoconducto (una suerte de bandera ecuatoriana) al exanalista de la CIA, Edward Snowden, a fin de que pudiera viajar de Hong Kong a Moscú evadiendo la persecución estadounidense. Podría decirse que la guerra entre Japón y China tenía a medio mundo, en ese entonces, con los pelos de punta como pasa hoy con el escándalo planetario del espionaje norteamericano, en donde Ecuador ha jugado un papel bastante polémico y posiblemente ingrato al haber dado toda su protección al 'hacker' más famoso de los últimos tiempos. El señor Julian Assange, asilado en la embajada de Ecuador en el Reino Unido, ha demostrado tener mucho poder e influencia dentro del país y fuera de él. Lo que faltaría por establecer, en esta suerte de comparación totalmente arbitraria, es quién está jugando hoy el papel del polémico y todopoderoso gobernador Caamaño. La historia lo dirá algunos años después.