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Pese a que nos encontramos en pleno siglo XXI, todavía en la mayoría de las dramaturgias que disfrutamos en los teatros, los papeles que se les ofrece a las actrices son de hermana, madre, hija o amante del protagonista de la historia. A lo largo de nuestra existencia, escritores, autores teatrales y músicos han dirigido su pluma, mayormente, a relatar las peripecias del homo sapiens, vistas desde el punto de vista de solo la mitad de la humanidad: el hombre. La otra mitad se sigue despreciando y casi se la relega a un papel de mera colaboradora, en muchas ocasiones, innecesaria.
Por eso, Público, gracias a la colaboración del Teatro del Barrio, que ha cedido su espacio, ha querido organizar un coloquio con algunas de las mujeres más representativas de las artes escénicas. La charla, bajo el epígrafe de La mujer en el teatro del siglo XXI, tendrá lugar el próximo martes 10 de junio a las 19.30 horas. Durará 90 minutos y tras él se abrirá un turno de preguntas para los asistentes.
La intención es que todos puedan colaborar y que se aborden cuestiones como ¿Qué pasa cuando una actriz quiere tener hijos? ¿Las grandes dramaturgias de la historia podrían haber sido representadas por mujeres? ¿Ayuda el teatro a fomentar la igualdad o la desigualdad? ¿Se escriben historias pensando en las inquietudes femeninas? ¿No interesan las historias por y para mujeres? ¿Podemos decir que hemos superado los roles de madres, hijas, hermanas, amantes, esposas...? ¿Qué busca un director de casting? ¿Quiénes somos y a donde nos dirigimos?
Las profesionales, cada una de un área específica del teatro, que abordarán estas y otras cuestiones son las siguientes:
Cristina Rota, premiada con la medalla de Oro de las Artes, en 2010, tiene a su cargo una de las escuelas más prestigiosas de España, que lleva su nombre. Recientemente la hemos visto recogiendo un premio Max al mejor montaje de teatro por Un trozo invisible de este mundo.
Petra Martínez es una de las caras más conocidas tanto en la pantalla como sobre los escenarios. Tiene una larga carrera en el mundo de la actuación. En 2011 recibió la medalla de Oro de las Bellas Artes con la compañía que creó con su marido, Juan Mayargo, en 1985, Uroc Teatro. Ese mismo año se llevó el galardón a la mejor actriz de reparto que reparte la Unión de Actores por su papel en la película Mientras duermes. Su lista de premios es tan extensa como su carrera.
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La expresión de la mujer en el llamado, tradicionalmente, mundo de las letras y de las artes ha sido acallada, no solamente en la producción misma de textos sino también en la frecuencia para ser publicada. No es un asunto de ahora. A lo largo de los siglos las mujeres, al aventurarse en campos ocupados, con férrea cerrazón, por los discípulos más conspicuos de los machos poderosos, deben someterse a la exclusión, cuando no a olvidos hirientes.
En las artes escénicas muchas piezas de teatro, más a partir del siglo XIX, se nota, como en otros campos del arte, un proceso de emancipación de la mujer. Se trata de pasar de papel secundario a protagonizar, sin modestia, historias propias a su mundo y a su sensibilidad.
Repasar las mitologías localizadas en los cuatro puntos cardinales afirma la idea de mujeres lanzadas al sacrificio por los textos en los que se refuerza la división ancestral de las funciones entre los sexos: reproducción y poder, significados de la organización social que propugnan por la permanencia de la especie y la ampliación de las fronteras por la fuerza de los enfrentamientos.
La noción de sujeto hace relación con lo masculino, lo que dice enfáticamente que la mujer no era vista como sujeto; a ella se le define como inferior en muchos casos, cuando no trofeo de guerra, señora de la casa y mujer de un hombre. Incluso se llegó a convertir en criterios de verdad frases falaces como aquellas de pensar la mujer como una flor o una porcelana, derivación evidente y poco criticada de la indiferencia sustancial y mirada arbitraria y poderosa de lo masculino.
Mujer y belleza alejaron a las féminas de los principios regidores de lo antropológico, lo social y lo político. Una mirada general deja ver a las claras las imágenes en las que las mujeres no son diosas creadoras, menos artistas, filosofas, poetisas ni hablar. Debemos decir que está por escribirse una versión elaborada de la historia universal de la infamia y la invisibilidad en la que mujeres que contribuyeron a cambiar el mundo sean protagonistas. Ellas no tienen asiento en las historias y cuando, por error, lo tienen, siempre será producto de un hombre que las apoya.
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