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En una calle polvorienta y sin nombre, justo en el límite entre la tercera etapa de la Roldós y el barrio Plan Techo, en el extremo noroccidental de la ciudad, hay cinco casas sin servicios básicos. No tienen agua, luz, alcantarillado ni teléfono. Las viviendas están al filo de la vía a la parroquia Nono, a la altura del kilómetro 10. Ayer, José Enrique Rivadeneira, vecino del sector, al transitar por allí contó que en esas casas viven él y cinco personas más de la familia Vaca. Ellos se abastecen de agua cada dos días. Lo hacen trasladando el líquido que cae de una vertiente, desde la parte alta de una montaña. Utilizan recipientes y mulas para llevar el agua hasta las viviendas. “Guardamos el líquido en tinas. Por las noches utilizamos velas. Cocinamos con leña y tenemos pozo séptico. Llevamos cerca de 30 años viviendo así”, manifestó Rivadeneira. En el barrio Plan Techo, las casas son hechas de bloque y otras de madera. Cuando alguien de la familia Vaca se enferma, cuenta José, que el medio de transporte para trasladar a un enfermo al centro de salud del barrio la Mena del Hierro es su bicicleta. El sector La Mena del Hierro está a cinco minutos de la occidental. Hasta la Mena del Hierro, la vía es asfaltada. Desde allí para arriba es empedrada y en algunos tramos hay huecos peligrosos. Este trayecto es transitado por los habitantes del barrio Plan Techo para abastecerse de agua. No es la única zona donde el agua potable escasea. En San Francisco de Chillogallo, en el sur de la ciudad, hay un barrio que está situado a un costado de la vía que conecta con la parroquia Lloa, en el sur occidente. Allí, un chorro pequeño de agua abastece a María Yuquilema y a sus cuatro hijos. El líquido lo captan de una vertiente a través de una manguera porque no tienen el servicio de agua potable. La familia es oriunda de Riobamba y habita en este barrio desde hace cinco años. Tienen cupo para el agua pasando un día. Por eso, los vecinos la acumulan en baldes. El pasado lunes, el chorro estuvo más caudaloso y aprovecharon para lavar la ropa y bañar en el patio a los niños. La familia Yuquilema no tiene ducha, baño ni alcantarillado. Ellos y las cuatro casas vecinas utilizan pozos sépticos. Según un informe del Municipio, en Quito hay 480 barrios ilegales y hasta el momento se han legalizado más de 100. No hay un informe de cuántos de los barrios ilegales todavía no tienen todos los servicios básicos. Según la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps), hay un 2% de la población que no tiene el servicio de agua potable. No hay cifras reales de la población desatendida. Tampoco hay un registro oficial de qué sectores de la población no tienen servicio de energía eléctrica. Eso ocurre en San Francisco de Chillogallo. Hasta la semana pasada, por las noches la familia Yuquilema utilizaba velas, no tenía electricidad. Después de un largo trámite le instalaron el medidor. En este barrio periférico del sur viven 30 familias. Están allí desde 1978, según el vecino Manuel Buñay. Las casas, en su mayoría de bloque y techos de zinc, están dispersas entre el carretero y la ladera. Entre ellas no hay vías de conexión. Solo hay un solo camino. El barrio recién está en proceso de legalización. Otro inconveniente es la falta de transporte público. Virginia Allauca debe caminar 40 minutos junto con sus dos hijos hasta llegar a San Luis de Chillogallo y viajar en un bus que los lleve a la escuela en Santa Rosa Etapa 1. Ellos salen a las 05:45. El camino es sinuoso, no tiene alumbrado y cuando llueve se forman lodazales. Por ello, una característica de los vecinos es usar siempre botas de caucho.
viven en la calle
ya que no pueden tener ni trabajo ni estudios y viven diferentes a nosotros