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la extranjera
Una de las buenas experiencias de los viajes es el regreso a casa para la gran mayoría de las personas.
En el caso de Natalia no era así, después de viajar alrededor del mundo por más de 10 años, aterrizar en el sitio en el que nació, donde se encontraba todo lo que era conocido, a pesar de los cambios del tiempo, generaba en su alma inquietud.
Ya se había acostumbrado a su estilo de vida, le gustaban los aeropuertos, los avio-nes, los hoteles, esa personalidad de extranjera a donde quiera que estuviera y que le llevó a descubrir la enorme libertad que le generaba ser ‘desconocida’.
Viajaba por países lejanos donde había pocas personas de su tipo, con otros colores de piel, facciones, cabello, sitios donde no podía ocultar que era extranjera.
El ser extranjera concede dones, pensaba Natalia, podía darse el lujo de actuar de forma diferente, ajena al mundo que la rodeaba.
Nunca permanecía más de tres meses en el mismo lugar, decía que volaba antes de que las querencias empezarán a operar en ella.
Antes de aprender demasiado de los lugareños y tomar cariño por los sitios y las personas, ella sabía que cuando se empezaba a involucrar dejaba de ser extranjera y corría el riesgo de ser parte de la comunidad, lo que le exigiría ceder su libertad a las costumbres y hábitos del lugar.
Era cierto que le parecía muy bello ceder al amor y cariño de los sitios y personas, pero entonces comprometía su sensación de libertad, su vuelo ya no era tan ligero como cuando sólo planeaba en las alturas, observaba y se dejaba sorprender de todo y de todos.
Aquella tarde que regresó fue muy feliz.
Pero sabía que era efímero.
Que en unos días su casa familiar volvería a ser la jaula de oro que la vio crecer.
Estuvo un par de meses y volvió a emprender el vuelo.
Ella ya había elegido lo que quería ser en esta vida…
Tan solo una extranjera.
espero 1que te ayude
Respuesta:
Mmmmmmmmmm. Dejame pensar