Respuestas
a) El impacto de las políticas de desarrollo sobre la salud
Es importante reconocer que muchas políticas de desarrollo diseñadas para mejorar la calidad de vida y las condiciones económicas de las comunidades pueden tener efectos inesperados sobre la salud. Aunque actualmente los proyectos de desarrollo prestan una mayor atención a su impacto sobre la salud (por ejemplo, en base a los objetivos del desarrollo humano y del desarrollo sostenible), otros proyectos y políticas continúan amenazando la salud. La urbanización descontrolada y la industrialización exponen a la población a nuevos riesgos: accidentes laborales; exposición a sustancias tóxicas; ríos contaminados; radiación; contaminación del aire por el transporte y por la industria; ruido industrial, etc. Programas agrícolas que a nivel macro pueden ayudar a los países a alimentarse, localmente pueden tener efectos nocivos para la salud de los trabajadores y los residentes en la zona, como pueden ser los derivados de la contaminación química de fertilizantes y pesticidas (ver revolución verde). Igualmente, pueden incrementar la exposición a enfermedades como el paludismo o la esquistosomiasis, que a veces se ven favorecidas por prácticas de irrigación poco controladas. En definitiva, estos fenómenos que suelen formar parte de los procesos de desarrollo pueden dar lugar a cambios de los perfiles epidemiológicos, es decir, en los tipos de enfermedades que sufre la población.
b) El impacto de las políticas de ajuste estructural sobre la salud
Una característica típica de casi todas las economías de los países del Sur a lo largo de las últimas dos décadas han sido las restricciones de las prestaciones y recursos del sector público. Estas limitaciones de medios afectaron de lleno al sector sanitario público, al tiempo que la recesión económica tampoco ha permitido que el sector privado ocupe ese vacío. La tendencia predominante desde los años 80 han sido las políticas desarrollistas de tinte neoliberal, materializadas en los programas de ajuste estructural de la economía, que se han orientado a la reducción del papel del Estado, y con ello la reducción de los presupuestos para salud, educación y bienestar social. Este recorte de los servicios básicos ha implicado, necesariamente, el deterioro del nivel de vida y de salud de buena parte de la población, en particular de los sectores vulnerables, como los niños, los ancianos y las mujeres (ver mujeres y políticas de ajuste).
c) Los cambios medioambientales y la salud
El desarrollo trae consigo diversas transformaciones y amenazas para el medio ambiente (como la contaminación, la degradación de la tierra, el calentamiento de la atmósfera o la proliferación de desechos y productos tóxicos), que tienen consecuencias graves para la salud humana, los medios de vida y la seguridad humana. Aunque son los países ricos los que más contribuyen a esos impactos, son los países pobres los que más los sufren en forma de pérdidas humanas, riesgos para la salud y amenaza para los sistemas de sustento. A esto último contribuyen singularmente procesos como la degradación de los suelos, la deforestación y la pérdida de la diversidad biológica.
g) Las enfermedades infecciosas
Son numerosas las enfermedades infecciosas que frenan el desarrollo, como la tuberculosis, el cólera, las infecciones respiratorias, las enfermedades diarreicas, y, de forma destacada, el paludismo y el sida. El paludismo amenaza a más del 40% de la población mundial (WHO, 1999) y aflora en contextos de pobreza, degradación medioambiental y débil protección sanitaria. Su impacto se traduce en el aumento de la mortalidad, el deterioro de las condiciones de vida y el freno al desarrollo de los sectores pobres. Por su parte, el SIDA constituye un obstáculo para el desarrollo socioeconómico no sólo por el coste sanitario que acarrea, sino también porque ataca especialmente al sector de edad (20-45 años) laboralmente más activo, así como a las regiones más pobres, deteriorando su capacidad de crecimiento.
j) El enfoque tradicional y el enfoque occidental de la salud.
No existe un sistema de salud o un concepto de salud que pueda ser aceptado de manera universal. El modelo occidental, concebido sobre un modelo científico centrado en la enfermedad, casi no reconoce variantes culturales y socioeconómicas. Actualmente, en los diferentes sistemas de salud nacionales se hace un uso escaso de la medicina tradicional, en cuanto al empleo tanto de los curanderos como de los remedios tradicionales. Sin embargo, dado que no parece haber posibilidades de que en los próximos años la medicina occidental moderna vaya a poder dar cobertura, ni siquiera de atención primaria, a la mayoría de la población rural de los países pobres, es esencial utilizar los recursos tradicionales allí donde han demostrado su utilidad, integrando al personal sanitario tradicional en los sistemas oficiales de salud. .