Respuestas
Respuesta:
Los textos continuos son aquellos que están compuestos por oraciones, las cuales se organizan en párrafos. Estos párrafos se suceden los unos a los otros para formar un texto de mayor extensión.
Explicación:
Los textos continuos pueden ser de cuatro tipos, de acuerdo con la tipología textual: narrativos, descriptivos, expositivos y argumentativos.
1. Fragmento de “El silencio de las sirenas” de Franz Kafka, texto continuo narrativo
Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación. He aquí la prueba:
Para guardarse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones mas fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con inocente alegría.
Extracto de “Un mal principio” de Lemony Snicket, texto continuo narrativo
Si estáis interesados en historias con un final feliz, será mejor que leáis otro libro. En este, no solo no hay final feliz, sino que tampoco hay un principio feliz y muy pocos sucesos felices en medio. Es así porque no sucedieron demasiadas cosas felices en las vidas de los tres jovencitos Baudelaire. Violet, Klaus y Sunny Baudelaire eran niños inteligentes, y eran encantadores e ingeniosos, y tenían unas facciones agradables, pero eran extremadamente desafortunados, y la mayoría de las cosas que les ocurrieron estaban llenas de infortunio, miseria y desesperación. Siento tener que decíroslo, pero así transcurre la historia.
Extracto de “Alguien voló sobre el nido del cuco” de Ken Kesey, texto continuo descriptivo
Lleva su bolso de mimbre trenzado como los que la tribu Umpqua vende junto a la carretera en el caluroso mes de agosto, un bolso en forma de caja de herramientas con un asa de cáñamo. La he visto con él todos los años que llevo aquí. El tejido es de malla grande y puedo ver lo que lleva dentro; no hay polvera ni lápiz de labios ni cosas de mujeres, su bolso está lleno de miles de piezas que piensa utilizar hoy en sus tareas: ruedecillas y engranajes, ruedas dentadas pulidas hasta dejarlas relucientes, pastillitas que brillan como porcelana, agujas, fórceps, pinzas de relojero, rollos de alambre de cobre…
Fragmento del artículo de periódico “Del calor corporal a la electricidad”, texto continuo expositivo
La idea de transformar la energía del cuerpo humano en electricidad ha tentado a los científicos desde hace mucho tiempo. Un hombre en reposo puede producir entre 100 y 120 vatios de energía, lo que en teoría es suficiente para hacer funcionar la mayoría de los aparatos eléctricos que utilizamos,como el Nintendo Wii (14 vatios), el celular (alrededor de un vatio) y la laptop (45 vatios). Sin embargo, únicamente en las fantasías de ciencia-ficción se ha logrado captar completamente esta fuente de energía confiable.
La tecnología actual utilizada para transformar el calor corporal en electricidad es capaz de producir unos cuantos milivatios (la milésima parte de un vatio), lo cual es suficiente para hacer funcionar pequeños aparatos como monitores del ritmo cardíaco y relojes.