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Cuando hacemos ejercicio ponemos a trabajar duro a nuestros músculos. Estos están formados por células que se agrupan en fibras. De este modo, estas fibras se pueden tensar o relajar, haciendo que los músculos se flexionen o permanezcan en estado de reposo. Esta capacidad de las fibras musculares para tensarse es lo que hace que los músculos se muevan y, a medida que más se mueven, se vuelven más duras y resistentes. Sin embargo, esto conlleva que, en algunos casos, aunque el músculo en su conjunto no lo note, a nivel interno sufra roturas. Estas roturas de las fibras musculares son microscópicas. A pesar de ello, debido a que se producen en muchos lugares diferentes del músculo y repartidas a lo largo y ancho de las fibras musculares, el resultado es que el músculo se resiente de forma importante. De este modo, a medida que las microrroturas de las fibras musculares empiezan a cicatrizar y a curarse, el músculo manifiesta dolor.