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Durante la República, la conquista de nuevas tierras fue un factor determinante para que Roma pasara por numerosas transformaciones sociales. Desde el principio, la economía de carácter agropastoril disputó espacio con un articulado comercio entre varias regiones próximas del mar Mediterráneo. La ampliación de la oferta de esclavos estableció un aumento de la oferta de alimentos. Paralelamente, generales y magistrados se beneficiaban con la administración y la tributación de las nuevas provincias. El control de los patricios en el Senado hizo con que esa clase se enriqueciera con la expansión de sus propiedades y la larga utilización de la mano de obra esclava. A pesar de generar una increíble producción de riquezas, esa nueva realidad perjudicó enormemente a los pequeños propietarios, que no consiguieron competir con el precio de los alimentos ofrecidos por los patricios. Por otro lado, varios plebeyos perdieron oportunidad de empleo con el uso de esclavos. Algunos de los plebeyos que conformaban las largas filas del ejército romano comenzaron a beneficiarse de la conquista de tierras y esclavos. Los llamados caballeros eran los plebeyos que se enriquecieron con la recaudación de impuestos, la distribución de alimentos a los ejércitos, el arrendamiento de los bosques y minas y la construcción de puentes y carreteras. El control garantizado sobre tales actividades se reforzó cuando los senadores y sus descendientes fueron prohibidos a participar en cualquier actividad que no fuera la agricultura. Los plebeyos que no conseguían enriquecerse se vieron obligados a vender sus tierras para un gran propietario. A su llegada a las ciudades, otro gran problema con la falta de puestos de trabajo. El fácil acceso a la fuerza de trabajo de los esclavos estrechaba las oportunidades de trabajo libre. De esa forma, el enriquecido Estado romano se vio forzado a facilitar alimentos, vino y espectáculos que contenían la insatisfacción de esa gran masa sin ocupación cierta. Alrededor del siglo I a.C., el gran número de esclavos también dio vuelta a esa clase subalterna en una contundente y amenazador agente político del mundo romano. En el 71 a.C., el gladiador Espartaco organizó una revuelta que reunió a aproximadamente 90 mil esclavos contra las tropas del ejército romano. Gracias a la acción de los generales romanos, el levantamiento fue contenido en el periodo en que esas nuevas clases sociales componían el complejo mosaico de reivindicaciones políticas de la República romana.