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El Colegio Cardenalicio
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El título de Cardenal fue reconocido por primera vez durante el pontificado de Silvestre I (314-335). El término viene de la palabra latina cardo, que significa "bisagra". La creación de cardenales se lleva a cabo por decreto del Romano Pontífice a quienes elige para ser sus principales colaboradores y asistentes.
Al principio, el título de Cardenal se atribuía genéricamente a las personas al servicio de una iglesia o diaconía, reservándolo más tarde a los responsables de las Iglesias titulares de Roma y de las iglesias más importantes de Italia y del extranjero. Desde tiempos del Papa Nicolás II en 1059 y gradualmente hasta 1438 con el Papa Eugenio IV, este título adquirió el prestigio que lo caracteriza hoy.
El Colegio Cardenalicio fue instituido en su forma actual en 1150: cuenta con un Decano -el Obispo de Ostia, que conserva la Iglesia que tenía antes en título-, y un Camarlengo, que administra los bienes de la Iglesia cuando la Sede de Pedro está vacante. El Decano se elige de entre los cardenales del orden episcopal que tienen el título de una Iglesia suburbicaria -las siete diócesis más cerca de Roma (Albano, Frascati, Ostia, Palestrina, Porto-Santa Ruffina y Velletri-Segni).
Los canones afirman"Los Cardenales de la Santa Iglesia Romana constituyen un Colegio especial cuya responsabilidad es proveer a la elección del Romano Pontífice, de acuerdo con la norma del derecho peculiar; asimismo, los Cardenales asisten al Romano Pontífice, tanto colegialmente -cuando son convocados para tratar juntos cuestiones de más importancia-, como personalmente, mediante las distintas funciones que desempeñan, ayudando sobre todo al Papa en su gobierno cotidiano de la Iglesia universal".
El número de los Cardenales varió hasta casi finales del siglo XVI y siguió creciendo al ritmo de los sucesivos desarrollos de los asuntos de la Iglesia. Los Concilios de Constanza (1414-18) y Basilea (1431-37), limitaron el número a 24. Pero en tiempos de Pablo IV (1555-59), el número aumentó a 70 y después a 76 bajo Pío IV (1559-65). Sixto V, con la Constitución 'Postquam verus' de diciembre de 1586, fijó el número de cardenales a 70.
Pero este número volvió a aumentar hasta alcanzar 144, tras el Consistorio de marzo de 1973. Pablo VI, en el Motu proprio "Ad purpuratorum patrum" del 11 de febrero de 1965, extendió el Colegio Cardenalicio para incluir a los Patriarcas orientales. "Los Patriarcas orientales que forman parte del Colegio de los Cardenales tienen como título su sede patriarcal
El Colegio Cardenalicio se divide en tres órdenes: el episcopal -al que pertenecen los Cardenales a quienes el Romano Pontífice asigna como título una Iglesia suburbicaria y los Patriarcas orientales adscritos al Colegio Cardenalicio-, el presbiteral y el diaconal
Desde 1059, los Cardenales han sido los únicos electores del Papa a quien eligen en cónclave, siguiendo las últimas orientaciones de la Constitución Apostólica de Juan Pablo II "Universi Dominici Gregis", del 22 de febrero de 1996. Durante el período de "sede vacante" -de la Sede Apostólica-, el Colegio Cardenalicio desempeña una importante función en el gobierno general de la Iglesia y, tras los Pactos Lateranenses de 1929, también en el gobierno del Estado de la Ciudad del Vaticano.
La elección del Santo Padre la decide el cónclave, institución creada en 1274 para la elección democrática de los papas por parte de los cardenales de la Iglesia
A los 11 días de la muerte de un pontífice, los cardenales se aíslan en la Capilla Sixtina para elegir, de entre ellos, un sucesor. El sufragio es secreto y las papeletas de las votaciones son quemadas en una chimenea de la sala para, en forma de fumata -una humareda blanca o negra-, anunciar al exterior el resultado. Si la humareda es negra, significa que no hubo quorum y los debates deben reiniciarse hasta que haya fumata blanca. En 1996, Juan Pablo II reformó las reglas del cónclave. Estableció un sistema electoral por mayoría de dos tercios, aboliendo los métodos tradicionales de designación por aclamación, cuando todos respaldan a un mismo candidato, o por compromiso, si tras varias votaciones infructuosas algunos suman su voto al de la mayoría sólo para cubrir la cuota de respaldo. También prohibió a los cardenales reunidos ver la televisión, oír radio y usar teléfonos móviles