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1. Stalin quiso corregir la historia borrando de algunas fotografías a amigos y colaboradores caídos en desgracia, como Leon Trotsky y Nikolai Yezhov, jefe de la policía secreta soviética. Hoy en día, estas fotografías manipuladas han tenido tanta difusión que son un ejemplo de lo ridículo del totalitarismo y de lo paranoico que llegó a ser Stalin.
2. La revista satírica El Jueves publicó en 2007 una portada en la que para reírse del cheque bebé mostraba una caricatura de los actuales reyes Felipe VI y Letizia en la cama. El juez Juan del Olmo secuestró la publicación, con lo que consiguió que la portada se difundiera por todo internet, convirtiéndola en una de las imágenes icónicas del semanario. En 2014, la publicación pasó por una experiencia parecida, aunque en este caso la censura vino por parte de los editores.
3. La quema de libros en Alemania que tuvo lugar en Berlín el 10 de mayo de 1933 fue una acción del partido nazi que tenía como objetivo condenar esos títulos y a sus autores al ostracismo por antialemanes. Ardieron unos 25.000 libros de 94 escritores, entre ellos Walter Benjamin, Bertolt Brecht, Alfred Döblin, Albert Einstein, Sigmund Freud, Heinrich Heine, Franz Kafka, Erich Maria Remarque y Stefan Zweig, además de Ernest Hemingway, Jack London y Máximo Gorki. Como se puede ver, los nazis no tuvieron mucho éxito.
Quema de libros en la plaza de la Ópera de Berlín. Das Bundesarchiv
4. Hitler y los nazis no tenían problemas sólo con los escritores. En 1937 organizaron dos exposiciones en Munich: una de arte alemán, con “desnudos de rubias esculturales junto con soldados y paisajes idealizados”, tal y como recuerda este artículo de la BBC, y otra de arte “degenerado”, es decir, de artistas abstractos y expresionistas, entre otros. La de arte degenerado atrajo tres veces más visitantes. Incluía nombres como Paul Klee, Max Beckmann, Wassily Kandinsky y Oskar Kokoschka, entre otros artistas que forman parte del canon del arte del siglo XX.
5. Otro ejemplo de textos censurados: el índice de libros prohibidos por la iglesia católica, que estuvo vigente en diversas ediciones entre 1564 y 1966, y que incluyó a autores como Erasmo de Rotterdam, François Rabelais, Honoré de Balzac y Jean-Paul Sartre, además de libros como el Lazarillo de Tormes.
6. Incluso un libro para niños en apariencia inocente, como es la saga de Harry Potter, ha sido prohibido y atacado. Es el que más problemas ha tenido en las bibliotecas de Estados Unidos entre 2000 y 2009, según la American Library Association, por centrarse en la magia, contraria al cristianismo. Está prohibido en los Emiratos Árabes Unidos también por cuestiones religiosas. Y en 2007 en Karachi (Pakistán) hubo un intento de atentado en un centro comercial en el que se iba a presentar la última novela de la serie. Nada de esto ha evitado que J. K. Rowling lleve vendidas 450 millones de copias de estos libros que se han traducido a 73 idiomas. Además, las ocho películas han recaudado más de 7.700 millones de dólares.
7. Otro libro que tuvo dificultades para entrar en algunas bibliotecas estadounidenses fue Las aventuras de Huckelberry Finn, que fue prohibido en Massachussets nada más salir publicado en 1885 por su "lenguaje vulgar".
8. No podemos hablar de libros sin mencionar Los versos satánicos. En 1989, la publicación de esta novela provocó su prohibición y disturbios en países musulmanes, además de una fatwa proclamada por el ayatolá Jomeini que obligó a Rushdie a llevar protección oficial del gobierno británico y que aún sigue vigente. El libro apenas había vendido unos centenares de copias en las primeras semanas, pero después de la polémica y en unos cinco meses ya alcanzó la cifra de 750.000 ejemplares.
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9. Roberto Saviano publicó Gomorra en 2006, un libro sobre la camorra de la Campania y de la periferia napolitana que llevó a que la mafia le amenazara de muerte y se viera visto obligado a ser escoltado por cuatro carabinieri. El libro se ha publicado en 52 países y ha vendidas más de 12 millones de copias.
10. Muchos chinos no conocen aún esta foto de Jeff Widener, El hombre del tanque, que se ha convertido en la imagen icónica de las revueltas de Tiananmén. Y de hecho, ni siquiera se sabe aún qué pasó con este nombre. Pero los ciudadanos chinos la han usado para burlarse de la censura (y burlarla) llegando el año pasado a reemplazar los tanques por patos de baño para poder compartirla, al menos unas horas, en sus redes sociales. Widener contaba a Verne que siempre que habla con alguien de China menciona la foto e incluso recordaba un selfie que se hizo en Atlanta con representantes de Xinhua, la agencia de prensa gubernamental de este país.