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Instrumentos musicales como idiófonos, membranófonos y aerófonos de esencia divina, fueron utilizados para fundar ciudades, investir gobernantes, nombrar pueblos y personas, ataviarse, cantar poesía, hacer fiestas y sacrificios, ir a la guerra y honrar a los muertos.
Los instrumentos mesoamericanos pertenecen a los dos grupos de percusión: idiófonos y membranófonos, así como a las distintas formas de aerófonos. La existencia de cordófonos, como el arco musical (arma de caza y guerra), no se ha demostrado por falta de pruebas arqueológicas concluyentes. Se presenta una selección de los instrumentos conocidos.
Los idiófonos
Son instrumentos musicales cuyo generador de sonido es el propio cuerpo que vibra. El chicahuaztli es un idiófono que suena con un golpe indirecto de sacudimiento, descrito como “palo de sonajas”. Simbolizaba el rayo solar que fertilizaba la tierra. Era la insignia de Xipe Tótec, el dios de la fecundidad de la tierra. En los amoxtin (códices) está pintado con variantes de forma, tamaño y color, como atributo de otros dioses –los del maíz, la muerte, el viento, la vida y los de la lluvia, así como de la diosa de las aguas que corren, la medicina y el maíz tierno. Como símbolo de la fecundidad, se representa erguido entre la primera pareja humana bajo una manta. En las excavaciones del Templo Mayor se localizaron dos ejemplares.
El ayauhchicahuaztli, “sonaja o sonajas de niebla”, descrito como tabla con sonajas, procuraba mágicamente la lluvia en la fiesta deetzalcualiztli, “comida de maíz cocido”. En la fiesta de ochpaniztli, “barrido de caminos”, un sacerdote lo ejecutaba junto con un danzante y tres instrumentistas ante Xilonen, “la diosa del maíz tierno”. Con este instrumento “llevan a Acatonal al Tlalocan”, dice el himno a Tláloc. En el Templo Mayor se localizó la punta roja de un ejemplar asociado con Xipe Tótec.
El teponaztli es un idiófono de golpe directo, hecho de un tronco de madera ahuecado, con dos lengüetas en la parte superior que forman una H en sentido longitudinal. Se tocaba con dos baquetas con punta de hule llamadas ólmaitl. El teponazoani lo ejecutaba de dos formas: sentado en el piso, colocaba el instrumento sobre un rodete de zacate o tule trenzado; de pie, lo colocaba sobre un soporte de madera con o sin rodete. Los mayas lo nombraron tunkul; los mixtecos, qhu; los zapotecas, nicàche; los otomíes, nobiuy; y los tarascos, cuiringua. Su elaboración evidencia conocimientos musicales que rebasan un nivel primario, ya que las dos lengüetas de ejemplares conservados producen sonidos afinados con intervalos musicales de segunda mayor, tercera mayor o menor, cuarta o quinta. Hay quince ejemplares en el Museo Nacional de Antropología, con apariencia zoomorfa y humana.
El teponaztli se tocaba en los honores que hacían los viejos, cantando y bailando, a los guerreros principales muertos en la guerra o capturados para el sacrificio, como el guerrero Huitznáhuatl en la derrota de los mexicas ante los tarascos. Marcaba el son de muchos cantos y danzas de la comunidad. Daba el nombre a una clase de cantos llamados teponazcuícatl, “canto al son del teponaztli”. Se utilizó como piedra de sacrificio de cautivos, después de una escaramuza en la fiesta de panquetzaliztli, “levantamiento de banderas”.
Gómez G., Luis Antonio, “Los instrumentos musicales prehispánicos”, Arqueología Mexicana núm. 94, pp. 38-46.
• Mtro. Luis Antonio Gómez G. Investigador del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Musical “Carlos Chávez” del INBA, México. Realiza investigación sobre iconografía musical prehispánica.