Reescriban la historia "Cabecita negra" desde el punto de vista de la muchacha o del polícia
Respuestas
Historia de "Cabecita negra", desde el punto de vista del policía.
Eran las tres de la madrugada en Buenos Aires; yo en mi labor de policía me encontraba vigilando el sector, hasta que vi a un señor molestando a una joven de raza oscura que no se encontraba en buenas condiciones, ella era una niña de la calle y me inquietó ver esta situación, así que decidí acercarme para ver lo que sucedía.
Cuando llegue a hablar con el señor, se veía con pinta de burgués. El señor me sonrió y me dijo la joven era una “cabecita negra” que lo único que hacía era vivir la vida en curda, hacer barullo y no dejar dormir a la gente.
Este comentario me hizo enfurecer, ya que yo también soy de clase baja y además también de raza oscura. Así que por este motivo la joven y yo decidimos entrar a la casa de aquel burgués, lo golpeamos hasta dejarlo inconsciente, le invadimos su casa y nos vengamos. Esta fue la manera de desquitarnos por tratarnos de esa forma.
Respuesta:
Cabecita negra “vista desde la visión del oficial de policía”
Eran por la madrugada, yo cumplía mi deber de oficial, patrullando por las desoladas calles de la Ciudad de Buenos Aires, ya eran aproximadamente las tres y se veía que sería una noche bastante tranquila, pero el silencio de la noche fue destruido por los gritos despavoridos de una chica que reclamaba por auxilio, comencé a movilizarme para intentar ayudarla y cumplir así mi trabajo, pero al llegar me encontré con que un señor se encontraba con ella, una persona que tenía pinta de burgués, me acerqué y con una vos algo madura les pregunte “¿QUÉ ESTAN HACIENDO USTEDES DOS? ” apoyando de inmediato mi mano sobre el hombro del burgués en sentido intimidatorio por si intentaba hacerse el vivo y escapar, les dije que se levantara y me acompañaran a la comisaría por alterar el orden público, el me miró y con una sonrisita me dijo “Mire estos negros, agente, se pasan la vida en curda y después se embroman y hacen barullo y no dejan dormir a la gente”; este comentario me ofendió de tal manera que no puedo describirlo, inmediatamente me llené de rabia y recordé todos los burgueses que hacían lo mismo, se aprovechan se la situación de los más desprotegidos y luego se lavan las manos, total, a quien le importa unas “cabecitas negras”, yo lo veía de más cerca, no solo por ser policía, sino que también por ser de una clase humilde y básicamente ser un cabecita negra, así que de inmediato le hice reconocer mi disgusto y le dije “vos, en cana, vamos”, el hombre me amenazó diciéndome que no sabía con quien me estaba metiendo y que esta arbitrariedad podría costarme caro. Yo le dice “Andá, viejito verde, andá, ¿te creés que no me di cuenta de que la largaste dura y ahora te querés lavar las manos?”; los agarré y me los comencé a llevar. El burgués comenzó a hablar y me dijo “Vea agente. Yo no tengo nada que ver con esta mujer” señalándomela, sentía que si decía una palabra más lo golpearía, de pronto el se hacerlo hacia mi y con una voz susurrante comenzó a repetirme “señor agente, venga a mi casa, señor agente. Tengo un coñac de primera. Va a ver que todo lo que le digo es cierto” y saco unas tarjetas alegando que el vivía en la casa que se encontraba ahí al lado, yo miré mi reloj y viendo que tendría un poco de tiempo decidí “aceptar su invitación a su casa de burgués para beber ese coñac burgués”. Al entrar la joven se desmayó al encontrarse con la cama, yo en cambio decidí humillar un poco al señorito burgués y le pedí que me preparara un café, haber si después de todo sabría como hacer eso sin la ayuda de ninguna de sus sirvientas. Luego de servirme el café el hombre me llevó a conocer la casa, me llevo por la biblioteca, seguro para ostentar sobre las grandes obras que había leído y lo culto que era, etc. Básicamente en otras palabras me quería fanfarronear, suponiendo que yo no era lo suficientemente culto. Esto logro volver a enfurecerme, agarre y comencé a sacarme los zapatos, rebolee la gorra por ahí, me puse cómodo y comencé a beber ese coñac del que me había hablado. “¿Qué le hiciste" Le dije al burgués, y el me respondió “señor, mira sus palabras”, cada una de las cosas que me decía me daban más y más ganas de matarlo a golpes. No terminé de dejarlo hablar que lo agarre de las solapas, lo empotré contra el muro y le rompí la nariz, y mientras se encontraba intentando mantener el equilibrio le confesé que la chica que se encontraba dormida en su cama era mi hermana, le dije “Es mi hermana. Y vos la arruinaste. Por tu culpa, ella se vino trabajar como muchacha, una chica, una chiquilina, y entonces todos creen que pueden llevársela por delante. Cualquiera se cree vivo ¿eh? Pero hoy apareciste, porquería, apareciste justo y me las vas a pagar todas juntas. Quién iba a decirlo, todo un señor”, apenas terminé de decirle esto y salió corriendo hacia donde se encontraba mi hermana, la despertó de una forma agresiva, algo desesperada, pero ella se encogió de hombros y se durmió nuevamente, yo le comencé a pegar de nuevo, lo pateaba, le daba piñas en el estómago, quería matarlo. De pronto se despertó mi hermana y me dijo “Este no es, José”, el burgués me miró y poco a poco quedó vencido por el cansancio y el dolor del pleito, al quedarse dormido tome la mano de mi hermana y decidimos irnos sin pedir disculpas, dado que para mi esto solo fue una breve venganza hacia los burgueses que tanto nos discriminan y violentan.