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Desde el rezo del rosario a la meditación silenciosa. «Él me mira y yo le miro», le decía al Cura de Ars uno de sus parroquianos, hablando de su relación, en la oración, con Dios.
Cada uno de nosotros debe identificar el lugar o el momento privilegiado para rezar. Seguramente serán muy distintos, lo que es normal. Pero, en lugar de dispersarnos, esta variedad nos invita a alcanzar el corazón de la oración y, sobre todo, a intentar identificar el fruto de la oración, cualesquiera que sean el lugar y la forma.
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