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La obra de Barthes presenta una evolución que va del estructuralismo al postestructuralismo. En concreto, “El placer del texto” pertenece a esta última etapa postestructuralista que supone un alejamiento, por parte del autor, del estructuralismo y una denuncia del discurso científico que pretende constituirse en paradigma del conocimiento. Es una obra intuitiva y al mismo tiempo reflexiva que no se propone tanto desarrollar una teoría sobre la interpretación del texto como apuntar las potencialidades del texto, los significados plurales que contiene el texto en sí mismo considerado. Nos centramos, por lo tanto, en un tipo de texto concreto: el texto poético. En “El placer del texto” no interesan tanto las consideraciones de corte metafísico como las de carácter ético y estético. Barthes se sitúa no tanto en el papel de autor como en el del lector del texto. En este sentido conviene señalar las implicaciones del texto en el ámbito de lo objetivo y de lo subjetivo. Barthes reacciona contra la pretensión de objetividad de la ciencia y su olvido del sentido del texto, de los elementos subjetivos. Para Barthes el sentido del texto es el placer: “Babel feliz” donde se produce el disfrute del lector libre de cualquier tipo de ataduras. Donde no importan las acusaciones que desde la lógica puedan llevarse a cabo, donde no importan las contradicciones. Donde el lector se convierte en el antihéroe que se despoja de todos los convencionalismos que la tradición ha impuesto y simplemente disfruta con el texto. Confusión de lenguas, pluralidad textual
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solo ayudo :3
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Explicación:Es una obra fragmentaria, llena de ejemplos y metáforas que "rodean" (en terminología de Barthes) todas las cuestiones relacionadas con el placer y el gozo del texto literario. Sería una reivindicación o una introducción a una estética del placer del lector (o consumidor) que adelanta las ideas más importantes de El susurro del lenguaje: la escritura como disolución de toda voz, el lector entendido como espacio para el sentido o la crítica definida como una escritura segunda que continúa la obra "en" (y no "sobre") la que habla.
La mayor innovación teórica es la fundación de una teoría hedonista del texto literario, que, según Barthes, sería neutro, ajeno a toda voz, a toda ideología, a toda jerarquía, es decir, a la lucha de los lenguajes. Por eso el placer-gozo textual se hallaría en la fisura, en el límite; entre la cultura y su destrucción. La significancia (concepto de Julia Kristeva) sería el sentido producido sensualmente. Barthes afirma que el hedonismo no tiene cabida en una sociedad de masas, una "sociedad frígida" que no comprende la disolución, la anulación, es decir, el goce por el goce. Como vemos, la base conceptual del texto es deudora del psicoanálisis, en concreto de Lacan