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Las recepciones La recepción es una habilidad motriz que permite recoger, atrapar, controlar o despejar un objeto con cualquier parte del cuerpo; para ello es preciso anticipar la trayectoria del móvil y ajustar a la misma los movimientos de los diferentes segmentos corporales. Esto es posible gracias a la capacidad para acomodar los datos provenientes del entorno, que sitúan el objeto en unas coordenadas espacio-temporales, con las sensaciones kinestésicas de músculos y articulaciones que también sitúan y determinan el espacio corporal. El tipo de recepción más estudiado ha sido el de atrapar una pelota de medio tamaño dirigida al pecho del niño. En el comienzo de la Educación Primaria esta capacidad está relativamente bien desarrollada, siempre que el lanzamiento se realice de forma bastante precisa. Incluso los niños son capaces de contrarrestar pequeñas desviaciones laterales o verticales del vuelo de la pelota. A pesar de que todavía no poseen una capacidad de anticipación muy desarrollada, prevén la trayectoria del balón, extendiendo los brazos en dirección a la pelota en vuelo, separan las manos en consonancia con el diámetro de la misma y los dedos de las manos se colocan levemente separados capturando la pelota y llevándola al cuerpo. Asimismo, y para posibilitar una recepción suave del objeto, los niños realizan una amortiguación con las articulaciones de la cadera y de las rodillas.
Los lanzamientos Lanzar es una habilidad motriz que permite incidir sobre el entorno mediante un impacto con un objeto. Entre los 5 y los 7 años los varones aprenden, en el mejor de los casos, a lanzar con aplicación del tronco, coordinación cruzada o con un saltito intermedio, pero aún no logran realizar una combinación correcta de la carrera de impulso con el lanzamiento. Esto sólo se obtendrá en los años posteriores, como resultado de la ejercitación correspondiente, ya que de no ser así se podrá observar un atascamiento en este estadio de desarrollo, sobre todo en el caso de las niñas (Schreiter, 1963). Esto conlleva diferencias importantes a lo largo de la Educación Primaria, principalmente por considerables diferencias específicas sexuales: las niñas de 8 años alcanzan sólo el 60% de los rendimientos logrados por los varones y estas diferencias aumentan incluso hasta los 11-12 años de edad. Blume (1966), encontró esencialmente tres etapas de aprendizaje o de desarrollo de esta habilidad. La primera se caracteriza por el hecho de que el lanzamiento se ejecuta durante la carrera. En la segunda etapa, la carrera y el lanzamiento se realizan de forma sucesiva pero con poca fluidez. Mientras que en el tercer estadio aumenta este grado de fluidez, aunque muchas veces aún se realiza de forma entrecortada.