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Respuesta:
Estado para que sus ciudadanos le obedezcan sin necesidad de recurrir a la fuerza. En este caso la gente acata los designios de los gobernantes (y la ley) por consenso, porque aceptan la autoridad y sus órdenes pues están de acuerdo con el contrato social: el Estado ofrece su protección a cambio de la obediencia de sus normas.
En otras palabras, cuando un gobierno goza de legitimidad las personas hacen caso porque piensan que sus mandatos son justos, no porque de lo contrario llegan los problemas. Pero ¿qué pasa cuando no es así?
Lo que pasa es la historia de Colombia y, de paso, la forma de actuar de los colombianos.
Se ha dicho que los colombianos somos necios y siempre estamos buscándole el quite a las reglas. Está en el abc de la colombianidad: acá le llamamos malicia indígena, algo de lo que ─aparentemente─ nos sentimos orgullosos.
Sin embargo, sospecho que se trata de que la autoridad colombiana se fue por el desagüe desde hace muchos años. La falta de legitimidad del Estado colombiano es una parte del problema general de nuestro país: las cifras dicen que Colombia está saliendo de la pobreza porque devengar más de 211 mil pesos al mes lo exime del rótulo de “pobre” (algo bastante ridículo). Y sin embargo, con la misma cara recuerdan que el 40% de la riqueza que hay en el país está concentrada en un 1% del total de los colombianos. ¿Quiénes son esos colombianos?¿Estas afirmaciones, una tras otra no le quitan autoridad y credibilidad a un gobierno?
Yo diría que sí.
No lo sabemos, pero no sobra sospechar que dentro de ese pequeño uno por ciento está la clase política colombiana.
Aunque los colombianos estamos mal en educación, pocos necesitan estudiar para saber que aquí la ley es para unos pocos, y sabemos que por pobre o poca educada que sea una persona, no es tan estúpida como para ignorar que si las cosas están mal se debe a las malas administraciones, a los malos legisladores.
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