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Cuando se trata de nuestros sentidos, el tacto es tan importante como el oído o la vista.
No sólo asegura que seamos capaces de juzgar las temperaturas y sentir dolor. También nos ayuda a mantenernos erguidos al sentir el suelo debajo de nuestros pies.
Y nos permite establecer conexiones emocionales con otras personas.
Por eso perder el sentido del tacto puede tener un gran impacto, como bien sabe Yvette Wong, de Liverpool, en Reino Unido.
"Con mis pies, simplemente no puedo sentir nada. Si los meto en agua caliente, no me doy cuenta. Cuando saco el pie, está rojo brillante, pero no me quema", le cuenta a la BBC.
El acto de tomar un baño es potencialmente peligroso para alguien como Wong.
Pero hay un problema aún mayor, uno que ya la ha afectado.
"Me caigo. Me ha pasado en la calle".
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