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de las organizaciones
La ciencia está constituida por teorías, las cuales se expresan en lenguaje escrito. Esto significa que el conocimiento científico no puede existir sin dicho lenguaje, éste es una condición sine qua non de la teoría. El hecho de que el conocimiento teórico se exprese necesariamente por escrito es imprescindible no únicamente para su propia existencia sino también para su desarrollo, pues brinda la posibilidad de que lo pensado y escrito por un investgador sea sometido al examen crítico de la comunidad cinetífica correspondiente. Al ser leído por sus pares , el autor se inserta en lo que Eduardo Nicol llamó la relación dialógica del conocimiento, concepto complejo que incluye como elemento central el diálogo que establecen entre sí mediante lapalabra escrita, a través del tiempo y el espacio, quienes se dedican a la búsqueda de razones para explicar la realidad social o natural. Esta peculiar forma comunicativa permite a un pensador analizar, criticar, corregir, rechazar o aceptar las ideas del otro y, con ello, enriquecer el conocimiento. Es merced a esta relación dialógica que cualquier busacdor de verdades científicas puede conocer y analizar el pensamiento lo mismo de Fayol, Weber, Barnard y Mintzberg, que el último artículo de cualquier otro investigador célebre o no; de la misma manera que un investigador novato o experimentado puede someter al examen de sus colegas los productos de sus pesquisas y beneficiarse de sus réplicas. En pocas palabras: el avance del conocimiento teórico requiere forzosamente del diálogo, de las ideas del otro; no puede generarse ex nihilo. He aquí una coincidencia fundamental con aquellos que consideran que la ciencia es una construcción social. He aquí la razón de ser revistas como Contadiría y Administración, portadoras y promotoras de pensamientos.
En virtud de que el lenguaje es elemento vital del conocimiento científico —que le permite existir, ser comunicado y recreado—, su cultivo exige un cuidado particularmente concienzudo. Evidentemente, aquí las razones de elegancia literaria salen sobrando: si no se obra con la susodicha meticulosidad se estará actuando en contra de la vocación de la ciencia. El rigor que está exige para la elaboración de conceptos y teorías implica la demanda de un lenguaje igualmente riguroso. Ahora bien, el hecho de que explícitamente excluyamos las razones de elegancia discursiva de las razones que dan cuenta de lo imprescindible que es el lenguaje para la existencia misma del conocimiento científico y para su expansión, de ninguna manera significa que nos opongamos a la hermosura literaria que pueda tener la expresión de la ciencia. De ninguna manera. Creemos que la estética de un teórico y su rigurosidad científica son perfectamente compatibles y que incluso la primera puede auxiliar a la comprensión de lo escrito con rigor científico. Nicol va más allá: para él la verdad es bella instrínsecamente; por eso, entre otras razones, sostiene que "La belleza verbal reside en lo que Descartes llamó "la recherche de la verité"". Asimismo, además de los eminentes pensadores que se han ocupado de destacar mediante razones la posibilidad de belleza de la ciencia, incluyendo la de su expresión escrita, encontramos otros que han resaltado lo mismo implícitamente, pero con hechos: mediante la elegancia misma de sus textos teóricos. Ejemplo claro de ello lo tenemos en los escritos del mismo Nicol, así como en los de Juan Manuel Silva. Por otra parte, el empleo de bellas metáforas que sirven fielmente a la explicación teórica, recurrente en la ciencia en general y existente también en estudios sobre las organizaciones, es una muestra de la posibilidad de coexistencia armónica de elegancia y rigor.
Lo que pretendemos dejar claro al abogar por la diligencia en el lenguaje en virtud de su importancia metodológica y no por razones de elegancia literaria, es que dicho ciudado no es opcional y que, en todo caso, la belleza que pueda alcanzar la expresióm de la teoría debe subordinarse