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Asociamos la Edad Media con una larga etapa oscura y bárbara, poco favorable a la mujer, condicionada desde su nacimiento a las actividades reproductivas y de consumo. Pero esta concepción tradicional, difundida por algunos eruditos, no responde a la realidad del papel de la mujer en este periodo.
Al contrario de lo que se ha transmitido tradicionalmente, la mujer medieval participaba en una gran variedad de tareas u oficios. Sabemos que, en el mundo rural, era jornalera, segadora, lechera o plantadora, pero fue en las ciudades, escenario del nacimiento del sistema de producción capitalista, donde participó de una mayor diversidad de oficios.
Gracias al estudio de registros de los distintos gremios, de los fueros municipales y de los libros de fábrica con las cuentas de las obras de las catedrales, hoy sabemos las mujeres que intervenían, las tareas que realizaban y los salarios que cobraban. Por ejemplo: un registro de gremios de Marsella de 1297 recoge hasta 150 oficios en los que aparecen trabajadoras.
Las mujeres trabajaron en las grandes catedrales góticas, acarreando y suministrando materiales de construcción desde los talleres y logias hasta la obra, portando agua. Por este trabajo percibían aproximadamente la mitad de lo percibido por los peones menos cualificados.
En los reinos hispanos, la presencia de mujeres en la construcción fue muy abundante. En Gerona varias cofradías de oficios agrupaban a hombres y mujeres, 'cofrades y cofraderas', que ejercían de canteras, carpinteras y albañiles. Encontramos los mismos datos en Burgos, Toledo, Zaragoza y en otras ciudades. Es a partir del siglo XV cuando se prohíbe la incorporación de mujeres a los gremios y cofradías, convirtiéndose la mujer en un ser jurídicamente incapaz. El Derecho Napoleónico se encargó de consagrar esta situación en el siglo XIX.
Las mejor pagadas eran las 'argamaseras' o amasadoras, las carpinteras y las que trabajaban en las vidrieras, pues eran oficios para los que se necesitaba una cierta preparación.
La mayoría son anónimas, sin más referencias que su sexo, dedicación y sueldo; mujeres sin nombre que ejercían las labores más duras y menos cualificadas y que, además, se dedicaban a las labores domésticas y a la crianza.
Pero es en la producción textil donde hay una mayor participación femenina a distintos niveles del proceso. Hilar era la tarea femenina del Medievo, independientemente del grupo social.
Las mujeres, además, participaban en la gestión del patrimonio rural, comercializaban todo tipo de productos o regentaban tabernas. Resulta por ello imposible nombrar todos los oficios que desempeñaban las mujeres durante la Edad Media
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